No pongamos excusas
“Sal por los caminos y senderos e insísteles hasta que
entren y se me llene la casa"
(Lc 14, 24).
Jesús nos
recuerda que tenemos necesidad del gozo y del compartir.
El banquete puede
ser material o espiritual.
Saber gozar de la
naturaleza, ver la belleza de los campos y no medirlo todo en ganancias, saber
gozar de una buena compañía e incluso saborear una comida.
Todo esto es
motivo de agradecimiento.
- Alabado seas, Señor, en todas tus criaturas,
especialmente por el hermano sol.
Jesús ofrece el banquete del Reino a todo tipo de
personas, quiere que su casa se llene, porque hay sitio, palabra y tarea para
todos.
Acoge la invitación de Jesús y deja que el mandamiento
del amor queme tus entrañas.
Acércate agradecido a la Eucaristía, en ella,
Jesús se entrega como Pan de Vida.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan todos los
días de mi vida,
habitaré en la
casa del Señor por años sin término.
“Cuán bien cuidado está el que se fía de Dios”
(Beato Francisco Palau, Carta 56, 2)
Señor, tenemos hambre y sed...
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega, y Tú nos dices:
de amor, de esperanza, de alegría, de entrega, y Tú nos dices:
Venid, comed pan sin pagar, bebed vino y leche de balde.
La oración en un banquete, la Eucaristía es un
banquete,
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
la solidaridad es un banquete.
Pero ponemos excusas:
somos demasiado jóvenes o demasiado viejos,
tenemos mucho que estudiar o mucho que divertirnos,
el trabajo ocupa todo nuestro tiempo,
hoy no puedo, tengo prisa, quizá mañana.
¿Qué nos pasa, Señor?
Tenemos sed y no bebemos el agua más fresca.
Tenemos hambre y no comemos el pan más tierno.
Tenemos frío y no nos acercamos al fuego que no se apaga.
Nos sentimos solos y no nos dejamos acompañar por Ti.
Señor, te pido que, al menos hoy, no te ponga excusas
y me acerque a Ti, sin miedos, sin reservas, sin prisas.
Que al menos hoy acepte el pan de tu amor y el vino de tu alegría.
Que al menos hoy sepa servir a quien me necesite.
Que al menos hoy sepa compartir la alegría de ser tu hijo.
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