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La vida como servicio



“Porque todo el que se enaltece será humillado; y el que se humilla será enaltecido” 
(Lc 14, 11).  

Jesús conoce bien el corazón del ser humano y su ambición, pero no quiere que nos equivoquemos.
 A Él le atraen los corazones humildes.
Jesús no propone unas normas de urbanidad, una actitud de falsa humildad. Nos pide que cedamos el primer puesto para que mi hermano pueda ocuparlo. 
Le cedo el mejor puesto por amor y porque en ellos veo a Dios. 
Si la vida o las circunstancias me piden una tarea de responsabilidad, como cristiano debo aceptarla como un servicio que dura un tiempo. 
No es un título honorario.

- Señor, que recuerde en todo momento que la autoridad es servicio.

Nos descoloca tu lógica
de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos.

A los que están al final 

los adelantas,
y a quienes se pavonean, 
ufanos por su asiento preferente,
los mandas a la última fila.
A quienes lucen los galones
del cumplimiento y la perfección
les ignoras las medallas,
mientras aplaudes la dignidad
de las cicatrices en historias bien vividas.
Siembras la duda 
en los soberbios,
al tiempo que asientas
la verdad de los humildes.
Pasas de largo ante las mansiones
bien provistas
y te alojas en hogares
donde abundan las carencias

Nos ilumina tu lógica

de pequeños y grandes,
de sabios y necios,
de enfermos y sanos,
de primeros y últimos.

(José María R. Olaizola sj)

 María, eres el ejemplo más claro de los gustos de Dios. 
Le gustó tu humildad; por eso te ensalzó y ahora todos te llamamos bienaventurada.  

Proclama mi alma la grandeza del Señor. 
Se alegra mi espíritu en Dios mi salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. 

Hoy celebramos a San Carlos Borromeo.


Hombre de Iglesia, se le puede considerar el primer cardenal secretario de Estado por su aportación a la curia vaticana. 

Fue arzobispo de Milán, donde aplicó las normas del Concilio de Trento, con espíritu reformador. 
Pastor ejemplar, exhortaba a sus sacerdotes: 
«Si tienes encendida la llama del amor cierra el horno para que no se enfríe»
Murió el 3 de noviembre de 1584.


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