Conversión





“No se habían convertido” 
(Mt 11,20)  

A Jesús como a cualquiera de nosotros le duele la ingratitud.
Las ciudades más queridas no aceptan o no quieren entender su mensaje.
Le duele la indiferencia y la dureza de corazón.
Las ciudades de las que nos habla el evangelio nos quedan lejos.
Si llevamos la pregunta de Jesús referida a nosotros, descubriremos que no hemos sido agradecidos a lo que el Señor ha hecho por nosotros.

- Gracias, Señor.

Todo el amor entregado de Jesús a la humanidad es una invitación a la conversión.
Cada eucaristía es una fuente de conversión.
Cultiva hoy el asombro.
 Asómbrate del amor de Jesús que se pone sin condiciones en tus manos.
Asómbrate del amor loco de Jesús que se entrega por entero para darte vida.

Tu eucaristía es siempre un amor ofrecido.

La mía, ¿qué es, Señor?

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