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Acoger al hermano es acoger a Cristo.








El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, 

y el que me recibe, 
recibe al que me ha enviado" 


 Hay un camino que conduce a la vida: perderla, entregarla, gastarla, ofrecerla, regalarla... por amor. 



Entregarla en el trabajo de cada día, en la convivencia familiar y con los amigos, en la vida de la comunidad cristiana, en la sociedad que vivimos. 



Desde la generosidad, desde la gratitud. 



Solo el amor hace que la vida merezca ser vivida.  



Solo la ayuda a los demás procura la gran alegría de vivir. 



Acoger al hermano es acoger a Cristo.





Seamos comunidad que acoge y comunica a Cristo.

La comunidad se nutre del encuentro diario con el Señor. 

En la oración, la Eucaristía, el servicio a los pobres. 

Y quien se acerca, lo nota.



Te damos Gracias, Dios Bueno y Misericordioso,
porque Tú nos llamas y nos invitas cada día
a ser discípulos tuyos para predicar tu Evangelio.
¡Nosotros queremos ser fieles discípulos tuyos!
Ten Misericordia de cada uno de nosotros
y ayúdanos, auméntanos y fortalécenos la fe
para tomar nuestra cruz y seguir tras de Ti siempre,
a pesar de nuestras dudas, miedos o dificultades.
No nos dejes caer en la tentación del desánimo
ni del pesimismo, porque sabemos la gran alegría
que es comunicar a todos tu Buena Noticia,
para que todos puedan conocerte, amarte y servirte.
Gracias Dios nuestro Misericordioso porque en Ti
y en tu Amor encontramos el verdadero sentido de vivir,
porque sólo Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Ayúdanos a compartir cada día tu Amor con los demás
y a ser tu rostro visible de tu Misericordia en el mundo,
con todas las personas necesitadas y excluidas
que más necesiten nuestra ayuda para sentir tu Amor. 

Amén.


 



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