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Signos




«¿Cómo no sabéis juzgar vosotros mismos 
lo que es justo?» 
(Lc 12, 54-59)

Jesús reprocha a la gente que sepa interpretar qué tiempo va hacer pero ande muy lejos de comprender el signo por excelencia que es Él mismo.
El verdadero discípulo es el que mira la vida en profundidad y procura la paz a su alrededor.
Es el que no se deja atrapar por el remolino de la falta de perdón y practica la misericordia y la reconciliación.

Tenemos que aprender a vivir, saber mirar con los ojos del corazón.
Señor, danos los ojos adecuados para saber leerte entre las líneas de la vida.

Contempla con gratitud y asombro el amor que Dios nos manifiesta de mil maneras: en los pequeños detalles, en las sonrisas, en la belleza de la creación...
Lleva ese amor a quienes necesitan comprensión, cariño, respeto, acogida...
La misericordia de Dios nos lleva a la esperanza.

Todos tenemos que estar atentos para descubrir las llamadas de Dios en los acontecimientos de la vida, en los hechos más sencillos y en los más significativos.

Dame, Señor, unos ojos abiertos para ver la realidad
y la sabiduría de tu Espíritu para saber lo que debemos hacer.


Desde todos los rincones
me está llamando tu voz.
Siento tu mirada
en muchos ojos que me miran.
Oigo tu palabra
en muchas voces que me gritan.
Y en aquellos que me necesitan,
veo tu mano extendida.

Eres Tú quien me pregunta

cuando veo ese niño hambriento,
o esa madre extenuada
con su hijo a la espalda.
Sé de muchos hombres
que no oyen tu evangelio,
y de otros que malviven
en chabolas malolientes,
y de muchos más que roban
para poder seguir viviendo.
Y todos ellos me gritan en silencio
que no viva tan tranquilo.
¿Qué puedo hacer yo?

Esos niños que juegan en el barro

porque no hay sitio para ellos
en la escuela,
y ese hombre sin ganas de vivir
porque no encuentra sentido a su vida,
y tantos que sufren en las cárceles,
y los que, libres, no tienen libertad,
porque otros les niegan la palabra...
Pero también en todos ellos,
y desde todos los rincones de la tierra,
me está llamando tu voz.


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