La "escuela" de María




“Alégrate, llena de gracia, 
el Señor está contigo” 
(Lc 1,28).

Dios mira a María con amor y la llena de gracia; la convierte en mujer nueva, fecunda; siembra el proyecto del Reino en su corazón virgen.
Mira a María de Nazaret acogiendo el Plan de Dios en su vida, sin entender nada de nada, con total abandono y confianza en la Palabra y en la fuerza del Espíritu Santo.

«El rosario se convierte en una especie de hilo de oro que enlaza los instantes de una vida y los unifica en una mirada puesta en Jesucristo y su Madre» 
(Lafrance, El Rosario).

“Recorrer con María las escenas del Rosario es como ir a la ‘escuela’ de María para leer a Cristo, para penetrar sus secretos, para entender su mensaje. En el Rosario, mientras suplicamos a María, templo del Espíritu Santo (cf. Lc 1,35), Ella intercede por nosotros ante el Padre que la ha llenado de gracia y ante el Hijo nacido de su seno, rogando con nosotros y por nosotros” 
(Juan Pablo II, Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, nn.14 y 16).


"Danos la santa audacia 

de buscar nuevos caminos
para que llegue a todos
el don de la belleza que no se apaga.
Tú, Virgen de la escucha y la contemplación,
madre del amor, esposa de las bodas eternas,
intercede por la Iglesia, 

de la cual eres el icono purísimo,
para que ella nunca se encierre ni se detenga
en su pasión por instaurar el Reino.
Estrella de la nueva evangelización,

ayúdanos a resplandecer 
en el testimonio de la comunión,

del servicio, de la fe ardiente y generosa,
de la justicia y el amor a los pobres,


para que la alegría del Evangelio
llegue hasta los confines de la tierra
y ninguna periferia se prive de su luz.
Madre del Evangelio viviente,
manantial de alegría para los pequeños
ruega por nosotros."
Amén.



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