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¡Dame la fuerza de tu Espíritu!



“Sólo en su tierra desprecian a un profeta” 
(Mt 13,57).

El mal utiliza la envidia y el chismorreo para ganar terreno.
Los vecinos de Nazaret no aceptan a Jesús porque cuesta aceptar lo que dice un igual y menos si aprovechamos para crear dudas sobre su origen.
Jesús a lo largo de su ministerio siempre lo hace «de igual a igual», no acepta títulos ni superioridad y por eso más de uno se cree con derecho o autoridad para menospreciarlo.

En su tierra y en su casa no lo entienden. 
Le duele a Jesús tener que decir esto.
En nuestra tierra se sigue despreciando al que dice la verdad y no habla con falsedad.   
Tú sabes que en Jesús encuentras respuesta a las expectativas más íntimas de tu corazón.
Pero tienes que saber que puedes ser despreciado.

- Señor, que Tú seas mi único Dios.

Que ninguna dificultad frene mi amor a ti, Jesús.
Quiero testimoniar tu amor con valentía.
 ¡Dame la fuerza de tu Espíritu!


 Danos un Espíritu fuerte para ser fieles,
 para ser testigos del Evangelio en nuestros ambientes,
 aunque no se entienda, aunque nos critiquen.
 Gracias por las personas que son capaces de dar la vida
  en la misión de anunciar tu Reino y luchar contra el mal

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La fe es abandonarse total y confiadamente en manos de Dios, sin esperar a verlo todo claro.
Auméntanos la fe.
La fe es depositar la propia vida en manos del auténtico Señor: Dios. 
Saber, aceptar y reconocer la propia pequeñez.
Auméntanos la fe.
La fe es el salto libre del trapecista en el vacío, seguro de encontrarse con las manos de Amigo.
Auméntanos la fe.
La fe es poner a Dios como único absoluto de la propia vida.        
Auméntanos la fe.
La fe es la brújula que orienta la vida, que la pone de cara al "norte", de cara a la felicidad y la justicia, de cara a Dios.
Auméntanos la fe.
La fe es abrirse a hacer la voluntad de Dios, que busca siempre nuestro bien y felicidad.
Auméntanos la fe.
La fe es atreverse cada día a tocar a Dios, seguros de que Él nos dará su fuerza.
Auméntanos la fe.
La fe es poner en manos de Dios los problemas de las personas que amamos y, a la vez, ponerse manos a la obra para solucionarlos.
Auméntanos la fe.
La fe es aceptar a Dios como respuesta, no siempre fácil ni evidente, a los interrogantes del ser humano.
Auméntanos la fe.
La fe es soñar despierto, arriesgar la vida, vivir en un sano inconformismo; es saber amar y esperar que es posible lo imposible.
Auméntanos la fe.
Fe es creer en la fuerza del débil, en el poder transformador de la oración, en la “eficacia” de la acción que sólo Dios ve.
Auméntanos la fe.
La fe es la llave que abre nuestro corazón para que Dios pueda curarlo y trasformarlo, llenarlo de  alegría, de compasión y de amor.
Auméntanos la fe.
Fe es esperar que después de cada noche amanece un nuevo día; que tras la muerte nos una Vida Nueva.
Auméntanos la fe.

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