El Mesías está entre vosotros


Cuentan que un día un monasterio, que una vez fue muy famoso estaba en decadencia, cada día había menos monjes. Los monjes tal parecía no se llevaban bien entre sí.
 
Un día el Abad del monasterio fue a consultar a un sabio rabino que le diera algunos consejos para que su monasterio volviera a florecer como en la antigüedad. El rabino dijo que no tenía ninguna palabra en concreto de Dios pero que solamente le podía decir una cosa y esto lo sentía en su corazón de que el Mesías estaba en el Monasterio, el Mesías estaba entre ellos. El Abad regreso al monasterio y relato lo que el rabino le había dicho a todos los monjes de su comunidad. Ellos comenzaron a preocuparse y a preguntarse unos a otros en silencio quien será el Mesías, ¿será el hermano Rafael, será el hermano Juan, será el hermano Agustín?, el caso es que los monjes como no sabían realmente cuál de ellos era el Mesías comenzaron a amarse los unos a los otros, comenzaron a preocuparse los unos por los otros, a servirse los unos a los otros, pensando que tal vez al que le estaba sirviendo o al que estaban amando o por quien se estaban preocupando era realmente el Mesías. Nos dice la historia que poco a poco la gente comenzó a darse cuenta que en aquel monasterio había armonía y había paz y los monjes se amaban y se llevaban bien y se preocupaban los unos por los otros y se servían los unos a los otros. Las familias comenzaron a ir al monasterio a visitarlo y muchos jóvenes desearon entonces integrarse en la comunidad y ser parte de aquella hermosísima comunidad que como nunca antes estaba de nuevo floreciendo. El monasterio llego a convertirse en uno de los más famosos de la historia de la Iglesia y paso simplemente porque los monjes se preocupaban unos por otros se servían unos a otros se amaban unos a otros pensando que cada uno de ellos podía realmente ser el Mesías.

"Pon amor donde no hay amor y encontraras amor". (San Juan de la Cruz.) 

La unidad en el amor

Si la exhortación en nombre de Cristo tiene algún valor, si algo vale el consuelo que brota del amor o la comunión en el Espíritu, o la ternura y la compasión, les ruego que hagan perfecta mi alegría, permaneciendo bien unidos. Tengan un mismo amor, un mismo corazón, un mismo pensamiento. No hagan nada por rivalidad o vanagloria, y que la humildad los lleve a estimar a los otros como superiores a ustedes mismos. Que cada uno busque no solamente su propio interés, sino también el de los demás. (Flp 2,1-4)

 

Comentarios

  1. Estimado Juanlu, ya le extrañaba, gracias por su hermosa entrada. Seguirla es una gran alegría, se lo contaré a mi comunidad, para que se sientan felices de tener tan cerca al Mesías.
    Con ternura.
    Sor.Cecilia

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