El banquete
“Sal aprisa a las plazas y calles de la ciudad y tráete aquí a los pobres, a los lisiados, a los ciegos y a los cojos”. (Lc 14,15-24). Todos somos invitados al banquete del Reino, pero muchas veces buscamos justificaciones para eludir la llamada de Dios, quizá porque nos exige cambiar la mentalidad y los intereses. La parábola de la gran cena se cumple en la Eucaristía de la comunidad cristiana. Jesús te invita a sentarte a su mesa junto a muchos hombres y mujeres de rostros y culturas diferentes. Señor, tú nos llamas a tu mesa, nos acercamos… ¿Tenemos suficiente fe para acoger tu amor gratuito que nos hace hermanos? Somos los siervos enviados por el Señor a los caminos y senderos para insistir a los invitados a que entren en la casa y celebrar el banquete de bodas. Dios ansía ver llena su casa, verse rodeado de hijos para celebrar la fiesta. Podemos poner excusas «Bienaventurado el que coma en el reino de Dios» Pero no todos aceptamos la invitación. Ponemos muchas