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“La esperanza es la llama que Juan Pablo II nos ha dejado en herencia” (Benedicto XVI).

Hoy hace cuatro años que se fue a la casa del Padre nuestro querido Juan Pablo II. Un hombre totalmente enamorado de Cristo que estuvo hasta el último momento de su vida dando testimonio de su fe.

Tuve la oportunidad de saludarlo en 1993 y se que salude aun hombre de Dios. Su mirada reflejaba la paz del que se sabe amado y querido por Dios.

Su testimonio quedara grabada en mi memoria para siempre. Como ha recordado Benedicto XVI no tuvo miedo de proclamar, a todos y siempre que sólo Jesús es el Salvador y el verdadero Liberador del hombre y de todo hombre.

Muchos fuimos engendrados a la fe gracias a su testimonio. Así lo ha expresado Benedicto XVI: "¡Cuántas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada, cuántas jóvenes familias decididas a vivir el ideal evangélico y a tender a la santidad están unidas al testimonio y a la predicación de mi venerado Predecesor! ¡Cuántos chicos y chicas se han convertido, o han perseverado en su camino cristiano gracias a su oración, a su ánimo, a su apoyo y a su ejemplo!"

Verdaderamente era nuestro padre en la fe, para muchos de nosotros. Fue un hombre lleno de esperanza.

Benedicto XVI ha llamado hoy a los jóvenes a seguir a Cristo: "¡Él quiere que “sean” esperanza, y pueden serlo solo si permanecen unidos a Él! Quiere que cada uno de vosotros, queridos jóvenes amigos, sea una pequeña fuente de esperanza para su prójimo, y que todos juntos seáis un oasis de esperanza para la sociedad dentro de la cual estáis insertados. Ahora, esto es posible con una condición: que viváis de Él y en Él, mediante la oración y los Sacramentos".

"Si las palabras de Cristo permanecen en nosotros, podremos llevar alta la llama de ese amor que Él ha encendido en la tierra; podemos llevar alta la llama de la fe y de la esperanza, con la que avanzamos hacia Él, mientras esperamos su vuelta gloriosa al final de los tiempos. Es la llama que el Papa Juan Pablo II nos ha dejado en herencia. Me la ha entregado a mi, como sucesor suyo; y yo esta tarde la entrego idealmente, una vez más, de un modo especial a vosotros, jóvenes de Roma, para que sigáis siendo centinelas de la mañana, vigilantes y gozosos en este alba del tercer milenio. ¡Responded generosamente al llamamiento de Cristo! En particular, durante el Año Sacerdotal que comenzará el 19 de junio próximo, haceos prontamente disponibles, si Jesús os llama, a seguirlo en el camino del sacerdocio y de la vida consagrada".

Este es el legado que nos ha dejado Juan Pablo II, junto a su amor a la Madre de Dios.









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