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EL BAUTISMO

" Recibiendo el Bautismo, estos niños obtienen en don el sello espiritual indeleble, el "carácter", que signa interiormente para siempre su pertenencia al Señor y los hace miembros vivos de su cuerpo místico, que es la iglesia. Mientras entran a formar parte del Pueblo de Dios, para estos niños inicia hoy un camino que debería ser un camino de santidad y de conformación a Jesús, una realidad que es puesta en ellos como la semilla de un esplendido árbol, que debe hacerse crecer. Por esto, comprendiendo la grandeza de este don, desde los primeros siglos se ha tenido el cuidado de dar el bautismo a los niños apenas nacidos. Ciertamente, habrá después necesidad de una adhesión libre y conciente a esta vida de fe y de amor, y es por esto que es necesario que, después del Bautismo, ellos vengan educados en la fe, instruidos según la sabiduría de la sagrada Escritura y las enseñanzas de la Iglesia, de modo que crezca en ellos este germen de la fe que hoy reciben y que puedan alcanzar la plena madurez cristiana. La Iglesia que los recibe entre sus hijos debe hacerse cargo, junto a sus padres y a sus padrinos, de acompañarlos en su camino de crecimiento. La colaboración entre la comunidad cristiana y la familia es muy necesaria en el actual contexto social, en el que la institución familiar es amenazada de muchas partes y tiene que hacer frente a no pocas dificultades en su misión de educar en la fe. El disminuir de las estables referencias culturales y las rápidas transformaciones a la que es continuamente expuesta la sociedad, hacen verdaderamente arduo el empeño educativo. Por esto, es necesario que las parroquias se dediquen siempre más a sostener las familias, pequeñas iglesias domésticas, en su trabajo de transmisión de la fe. "
(Benedicto XVI)

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SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...