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Una luz para todas las naciones




“SERÁ COMO UN SIGNO DE CONTRADICCIÓN, 
PARA QUE SE PONGAN DE MANIFIESTO 
LOS PENSAMIENTOS DE MUCHOS CORAZONES” 
(Lc 2,35).  
Como en el evangelio de ayer, Jesús también es presentado como bandera discutida. 
Destaca, con todo, la acogida alegre y sencilla de Simeón que, a su edad avanzada, ha guardado encendida la lámpara de la esperanza y la fe. 
El Espíritu Santo moraba en él y lo guiaba. 
Esta fe de los sencillos —el resto de Israel— hará posible que, más adelante, muchos puedan adherirse a Jesús: el Salvador que no ha venido sólo para algunos, sino para alumbrar a todas las naciones.

• Te damos gracias, Señor, por los ancianos que, de manera sencilla, saben transmitir la fe a los niños.

Hablar hoy de los valores de la familia puede llegar a ser signo de contradicción. 
Pero las crisis, superadas juntos, ejercitan y prueban el amor. 
Jesús acompaña a las familias en sus dificultades.  

“La historia de una familia está surcada por crisis de todo tipo, que también son parte de su dramática belleza. 
Hay que ayudar a descubrir que una crisis superada no lleva a una relación con menor intensidad sino a mejorar, asentar y madurar el vino de la unión” (AL 232).  


Señor, dame un corazón humilde y confiado,
como el de Simeón y Ana, como el de María.

Ellos no tenían nada y, precisamente por eso,
se acercaban a Ti, ponían en Ti toda su confianza,
cumplían tu voluntad, observaban la ley.

Señor, líbrame de la idolatría de las riquezas,
no dejes que tenga otro Dios fuera de Ti
y ayúdame a vivir siempre atento a Ti y a tu palabra.

No permitas que confíe demasiado en las personas,
ni siquiera en mis propias fuerzas.
Qué sólo confíe plenamente en Ti.

Ayúdame  a estar siempre disponible para caminar hacia Ti,
para compartir todo lo que tengo con total generosidad,
sin dejarme atar por ninguna propiedad.

Dame sabiduría y fuerza para ser libre de verdad,
para renunciar a todo lo que me aparte de Ti,
para estar abierto del todo a la plenitud de tu Amor

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