Ir al contenido principal

Dios ha tenido necesidad de una familia.






  • “EL ÁNGEL DEL SEÑOR SE APARECIÓ EN SUEÑOS A JOSÉ Y LE DIJO: LEVÁNTATE, TOMA AL NIÑO Y A SU MADRE Y HUYE A EGIPTO” (Mt 2,13).
 Todo el tiempo de Navidad habla de la familia. 
Este año el Papa nos ha ofrecido el documento «Amoris Laetitia». Nos cuestiona de diversos modos. 
Por ejemplo, invitando a la Iglesia a compartir la alegría del amor que se vive en el interior de las familias. 
Recordando que las familias cristianas deben ser las primeras promotoras de la pastoral familiar. 
O la necesidad de ofrecer motivaciones para un amor sólido y duradero, sin olvidar los problemas reales de las personas.

Ayuda, Señor, a las familias a encontrar los caminos adecuados para vivir su vocación de ser reflejo del amor del Padre.
 
Bendice a todas las familias con la paz, la unidad y el amor.

 

Dios eligió nacer en una humilde familia de nazaret

La familia de Nazaret nos compromete a redescubrir la vocación y misión de la familia

Los padres de Jesús están con Él. 
Sus vidas se mueven al ritmo de las necesidades de su hijo. 
Detrás de millones de inmigrantes están los hijos. 
En medio del dolor asistimos a un acto de amor que recorre la tierra. 
Cada familia desplazada es una llamada a la ayuda.  

“La compleja realidad social y los desafíos que la familia está llamada a afrontar hoy requieren un compromiso mayor de toda la comunidad cristiana en la preparación de los prometidos al matrimonio”(AL 206).  

 «La casa de Nazaret es una escuela en la que se empieza a conocer la vida de Cristo: es la escuela del Evangelio. 
En ella, primero aprendemos a ver, a escuchar, a meditar, a entender profundamente la fuerza, profunda y misteriosa, que hay en esta revelación del Hijo de Dios, simplicísima, humildísima y llena de hermosura.  
Quizá aprendemos incluso, sin darnos cuenta, a imitarlo» 
(Pablo VI, en Nazaret, 1964).


En familia vino Dios al mundo
y, con una Madre de familia al pie de la cruz,
el Señor marchó humildemente de él.
En familia, lloró Dios en la primera noche de la Navidad,
y en familia, Dios gozó por servir a la humanidad.
En familia, Jesús, recibió humildes y regios honores.
En familia, subió y bajó a Jerusalén a cumplir con la Ley.
En familia, Jesús, aprendió el valor del trabajo
y, en familia, respetó y rezó en el día de descanso.
En familia, el Niño Dios, nació en la más fría noche,
en familia, ese mismo Niño, recibió el aliento
que, ante la ausencia del calor humano,
un buey una mula le ofrecieron.
¡En familia! ¡Sí! ¡En familia!
En familia, Jesús, creció
y, en familia, Jesús, el amor de Dios aprendió.
En familia, Jesús, emigró lejos de su país
y, en familia, volvió a la tierra que le vio nacer.
En familia, Jesús, se instruyó en el lenguaje del cielo
y, en familia, Jesús, entendió los signos de la tierra.
En familia, Jesús, cultivó el valor de la fe en Dios
y, en familia, compartió las esperanzas de los hombres.

¡En familia! ¡Sí! ¡En familia!
Algo de bueno, debe de tener la familia
cuando, el mismo Dios, eligió formar parte de una de ellas.
Cuando, el Padre, quiso ser Padre en el cielo
y, por una familia, Padre de todos
los hombres y mujeres de la tierra.
Cuando, Dios, teniendo todo… quiso una mujer como Madre,
un José como padre para Jesús,
y una casa donde entretejer la más bella historia de amor.

Algo, fuera de serie, divino y humano, tiene la familia,
cuando Dios, puso en el tiempo señalado por los profetas
al Verbo Encarnado en el corazón de la misma.
Algo, grande, noble, insustituible y santo
posee la familia cuando, el mismo Dios,
siendo Dios, quiso dejarse abrazar, acariciar,
cuidar, querer, sostener, mimar, educar
y corregir en una de ellas.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SAN JOSÉ

Salve, José, amante y tierno padre. Salve, guardián de nuestro Redentor. Esposo fiel de tu bendita Madre y salvador del mismo Salvador. Al buen Jesús pudiste ver sin velo y sobre ti sus miembros reclinó. Al Hacedor de tierra, mar y cielo con cuánto amor le besas y te besó. ¡Oh, qué feliz el nombre de Hijo que dabas! Ninguno fue por Dios tan encumbrado como tú, José. ¡Oh, fiel guardián de nuestro Redentor! Dichoso aquél, José, que tú proteges y el que con fe te invoca en la aflicción, jamás, jamás lo dejas sin amparo y protección. ¡Oh, San José, amante y tierno padre, santo sin par y espejo de virtud! Haznos amar a la divina Virgen y a nuestro Dios y Salvador. “Protege, oh bienaventurado José, protégenos en nuestras tribulaciones. Defiéndenos de las asechanzas del demonio, protégenos con tu patrocinio, y ayúdanos y sostennos con tu auxilio para que podamos santamente vivir, piadosamente morir y alcanzar en los cielos la eterna bienaventuranza”. (León XIII)

Gracias, Señor.

El titulo de esta entrada me la ha do el Papa Francisco esta mañana en su tuit  @ Pontifex_es Termina un año y estamos a punto de comenzar uno nuevo. Se cierra un libro y empieza un nuevo libro con las paginas en blanco. Hoy es un buen momento para hacer balance del año, pedir perdón, dar gracias y pedir ayuda.  En el año que termina ha habido de todo, pero la certeza del amor de Dios ha estado conmigo todos los días. Su ternura la he sentido muchas veces, y muchas veces su mano me ha levantado. Gracias, Señor porque no termino el año sólo y el nuevo lo puedo empezar contigo. Por eso yo no le pido nada al 2015, yo se lo pido a Dios. En tus manos Señor pongo mi vida en este nuevo año 2015

La familia según el papa Francisco

100 consejos de papa Francisco a las familias que se encuentran esparcidos en las catequesis pronunciadas entre diciembre de 2014 hasta septiembre de 2015.   1.   “Permiso”, “gracias”, “perdón”.   En efecto, estas palabras abren camino para vivir bien en la familia, para vivir en paz. Son palabras sencillas, pero no tan sencillas de llevar a la práctica. Encierran una gran fuerza: la fuerza de custodiar la casa, incluso a través de miles de dificultades y pruebas; en cambio si faltan, poco a poco se abren grietas que pueden hasta hacer que se derrumbe (13 de mayo de 2015). 2. La primera palabra es “permiso” (…) Entrar en la vida del otro, incluso cuando forma parte de nuestra vida, pide la delicadeza de una actitud no invasora, que renueve la confianza y el respeto. La confianza, en definitiva, no autoriza a darlo todo por descontado. Y el amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige   el respeto de la libertad y la capacida...