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¡Feliz Nochebuena!


    “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo”
    (Lc 1,68) 

Siempre que nos visita Dios se llena de alegría el corazón.
¿Entiendo la oración como diálogo de amistad con Dios en el que se afianza el envío misionero recibido en el bautismo?  
“La Palabra de Dios enseña que en el hermano está la permanente prolongación de la Encarnación para cada uno de nosotros” (EG 179)

El Espíritu Santo ha sido el protagonista principal en los textos de Lucas de esta semana, ha colmado a María, ha hecho exultar de alegría a Isabel y al niño de sus entrañas.
Y ahora concede a Zacarías hablar como profeta, anunciando que la redención y la visita de Dios ya están presentes.
Porque Aquel que nos visita como luz del sol está en el seno de María.
Y, a través de ella, ya ilumina, trae paz, gozo y perdón.
Todo como fruto de la entrañable misericordia divina.
- Te bendecimos, Dios nuestro, porque no dejas de enviarnos profetas que ayudan a descubrir tu presencia salvadora en el mundo.
El tiempo se ha cumplido.
Esta noche nos nacerá un niño: Jesús, el Mesías, el Salvador.
Dios con nosotros.
Que le preparemos un sitio en nuestra posada y le abramos de par en par nuestras puertas.
¡Feliz Nochebuena!

Esta noche es Navidad.
Esta noche es Nochebuena.
Una noche que llamamos “Nochebuena”.
Será la noche en la que también nosotros nos vestiremos de fiesta..
Será la noche en la que en el silencio escucharemos la Palabra en silencio.
Será la noche en la que la humanidad duerme, pero Dios está despierto.
Será la noche en la que la pobreza se revelará como acontecimiento divino.
Señor:
Siglos de espera, pero mereció la pena.
Siglos de espera, pero ya estás entre nosotros.
Siglos de anuncio, pero donde la “palabra se hace carne”.
Hoy nos reuniremos todos.
Porque tu nacimiento es el acontecimiento de Dios.
Porque donde un pesebre se hará cuna de Dios.
Porque donde habrá silencio en la tierra.
Pero habrá canto en los cielos.
Porque los pobres hemos sido recuperados por Dios.
Porque los pobres nos hemos convertido en anuncio de Dios.
Porque los pobres nos hemos hecho voz de Dios en la tierra.

Bienvenido, Señor.
Eres niño en la pobreza.
Pero eres el comienzo de la salvación.
Esta noche veremos las primeras lágrimas de Dios en la tierra.
Esta noche escucharemos los primeros gemidos de Dios en la tierra.
Esta noche contemplaremos la primera sonrisa humana de Dios.
Te esperamos, Señor.
Y desde ya nuestra mejor bienvenida.
Serás un niño, pero serás Dios con nosotros.
Abre nuestros ojos para que podamos reconocerte.
¡Bienvenido, Dios encarnado!

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