"Si el Señor no perdona todo, el mundo no existiría."



Recuerdo que apenas era obispo, en 1992, llegó (la imagen) de Nuestra Señora de Fátima a Buenos Aires y se celebró una gran misa para los enfermos. Fui a confesar a aquella misa. Y casi al final, me levanté, porque debía administrar una confirmación. Pero vino una anciana, humilde, muy humilde, octogenaria. La ví y le dije: "Abuela --porque así le decimos a las personas ancianas: abuela--, ¿quiere confesarse?". "Sí", me dijo. "Pero si usted no ha pecado ...". Y ella dijo: "Todos tenemos pecados ...".

"Pero tal vez el Señor no la perdona...". "El Señor perdona todo", me dijo. "¿Segura? ¿Pero cómo lo sabe usted, señora?". "Si el Señor no perdona todo, el mundo no existiría." Sentí ganas de preguntarle: "Dígame, señora, ¿usted estudió en la Gregoriana?", Porque esa es la sabiduría que da el Espíritu Santo: la sabiduría interior ante la misericordia de Dios.

Francisco 

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