En el Evangelio de este domingo, Jesús
nos invita a no tener miedo, a ser fuertes y a confiar en Él ante los desafíos
de la vida, porque a pesar de atravesar insidias, nuestra vida está segura en
las manos de Dios, que nos ama y nos custodia.
Estamos llenos de miedo.
El miedo es nuestra condición humana.
Lo sabíamos, pero la pandemia nos hizo ser más conscientes de ello, hasta el
punto de entrar en pánico y encerrarnos, y tomar la distancia incluso de los
más íntimos y llenarnos de cuidados.
Vivimos en unos tiempos en los que el miedo se ha
metido en nuestras vidas.
¿Cómo afrontarlo?
Los cristianos tenemos que afrontar la vida y todo lo que suceda en ella,
incluida la enfermedad y la misma muerte con la confianza en Dios.
El miedo es lo opuesto a la fe.
Si la confianza y el abandono está puesto en Dios, no hay de qué temer.
Si nos apoyamos y esperamos en nuestras propias fuerzas y capacidades, habrá miedo a ser descubiertos, a decir en la luz, a la muerte, a ser testigos.
'No tengáis miedo'
El miedo empequeñece el amor, esconde los valores y los dones, rompe los lazos
con el hermano, desorienta en el proyecto de vida, no nos deja ser nosotros
mismos.
“No tengas miedo” a la verdad, a la coherencia, a ser
quien eres, a descubrir lo que significa amar y ser amado, a vivir en presente,
a encontrar a ese Alguien que transforma tu vidas.
Miedos que, para los creyentes, tiene mucho que ver
con la debilidad de nuestra fe, y para todos tienen que ver con la incapacidad
de amar, y de dejarnos amar
La luz se sobrepone a la oscuridad, la esperanza a la
prueba, la liberación al sufrimiento.
En todas las situaciones de angustia que sentimos como parte de nuestra
experiencia, el Evangelio de hoy hace que la palabra de Jesús descienda como un
bálsamo:
"¡No tengan miedo!"
Jesús nos invita a que vivamos sin miedo, a que nos
sintamos seguros y a que vivamos, sobre todo, con mucha Fe
Siempre, Señor, llamándonos a la confianza.
Por muchos males que nos puedan pasar, incluso quitarnos la vida, lo más
importante nunca nos lo pueden quitar:
Tu amor misericordioso, el alma.
Gracias, Señor.
No temas.
Dios cuida de ti y de cada una de sus criaturas, de la creación entera.Ten fe.
Confía y renueva cada día el compromiso por hacer este mundo un poco mejor, dando lo mejor de ti.
Persevera en el bien.
La paciencia todo lo alcanza.
Mantenemos en secreto aquello que nos da miedo que se
sepa.
Y no queremos que se desvele el secreto porque tememos el juicio implacable de
los demás.
Hay Uno que conoce nuestros secretos y, sin embargo, carece de juicio: nuestro
Padre del cielo.
Estamos aquí para manifestar el bien, para ser
sembradores del amor que nos ha creado.
Somos mensajeros, portadores de su presencia.
Servidores del amor sirviendo a los hermanos.
Cada uno desde sus dones y talentos.
Todos tenemos algo que ofrecer a los demás.
Señor, te pido que me des la gracia de jamás negarte
delante de los hombres. Te pido fortaleza, fe y amor para dar testimonio con mi
vida. Sé que me costará pero contigo a mi lado todo lo puedo. Te amo, Señor.
‘No tengáis miedo’, porque el Padre nos ama.
‘No tengáis miedo’, porque
Cristo camina a nuestro lado.
‘No tengáis miedo’, porque el
Espíritu Santo nos dará valor.
‘No tengáis miedo’, porque
estamos en las manos de Dios.
Jesús, vivo dudando y tú me dices: confía.
Tengo miedo y tú me dices: ánimo.
Prefiero estar solo y tú me dices: sígueme.
Fabrico mis planes y me dices: déjalos.
Me agarro a mis cosas y me dices: despréndete.
Quiero vivir y me dices: da tu vida.
Creo ser bueno y me dices: no basta.
Quiero mandar y me dices: ponte a servir.
Deseo comprender y me dices: cree.
Busco claridad y me hablas en parábolas,
quiero poesías y me habas de realidad,
deseo tranquilidad y me dejas inquieto,
quiero violencia y me hablas de paz,
busco tranquilidad y vienes a traer fuego a la tierra.
Quiero ser grande y me dices: sé como un niño.
Quiero esconderme y me dices: sé luz.
Quiero ser visto y me dices: ora en lo escondido.
¡No te entiendo Jesús!
Me desconciertas y me atraes,
me sucede lo mismo que a Pedro,
no encuentro un maestro mejor,
solo tú tienes palabras de vida eterna.
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