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Mostrando entradas de febrero, 2020

Dejarlo todo

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“No he venido a llamar a los justos,  sino a los pecadores a que se conviertan”.   ( Lc 5, 27-32). La mirada de Dios se vuelve llamada e invitación al seguimiento. Cuando se siente la “mirada de Dios”, llena de ternura y misericordia, el corazón empieza a sanar de los prejuicios, el miedo, y el egoísmo que nos destruye. Contempla la Palabra que nos libera. Mira y déjate mirar. El encuentro con Él transforma. Los necesitados de cambio somos todos. El que cambia nuestra vida es Él. Quiere que todos estemos con Él. No quiere dejar fuera a ninguno de nosotros. Dejémosle sitio en nuestra mesa. Jesús no viene a juzgar sino a dar oportunidades, a descubrirnos a un Dios que nos quiere a todos salvados, sin exclusiones de ningún tipo, ni siquiera por nuestros actos. Su misericordia es infinita, lo importante no es lo que hemos sido, sino lo que estamos dispuestos a ser. Dejarlo todo para alcanzar lo pleno, lo inmenso, lo inabarcable. Perder para ganar. Renunciar para se

Lo que Dios quiere

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“¿Es que pueden guardar luto los amigos del esposo, mientras el esposo está con ellos?”   (Mt 9,14-15)   Estos son los tres pilares que nos ayudaran en nuestro camino hacia la Pascua: ORACIÓN, que nos lleva a lo más íntimo del ser, al encuentro con el amor de quien nos ha creado. AYUNO, para valorar lo importante, aprender el desapego y buscar lo esencial de la vida. LIMOSNA, que nos saca del egoísmo, del propio ombligo y nos descubre a Cristo en el pobre. La oración cuaresmal busca la raíz. En ella está el Señor. Al buscarle, mientras avanza la noche, contacta con las antiguas heridas del alma, colgadas de un estéril abismo. Y allí contempla al Señor que sana, da calor, abona ternura y nutre sus fondos con luz y esperanza. El ayuno cuaresmal refiere al pobre, amigo y hermano, verdadera presencia de Aquél al que buscas. Al ayunar de los bienes de este mundo abrasivo y contaminante, desvías la mirada y la voluntad hacia los excluidos. Así, tu ayuno es dar manos y c

Elegir a Cristo

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"El que pierda su vida por mi causa la salvará"  (Lc 9, 22-25) Vivir también implica sacrificarse por aquello en lo que crees. ¿Estás dispuesto a aceptar tu cruz? La cruz no es sólo la apariencia de dos maderos que se cruzan. En cada una de sus astillas hay un nombre, una situación, un momento de dolor y dificultad. La cruz es la señal que nos despierta. El gesto que nos invita a seguir. El distintivo de todo amor. Frente a vivir para nosotros mismos, buscando el placer efímero de lo inmediato y rechazando aquello que nos incomoda, Jesús nos propone su forma de vivir y de amar, aceptando la voluntad del Padre y saliendo al encuentro del otro; un amor que vence a la muerte. 'Perder la vida por su causa'. Su causa es la de los que no tienen nada, la de los que piden justicia, la de los que 'están fuera' por alguna razón que no valora su dignidad. Perder la vida para el mundo es darse, para Él un gozo. Negarse a sí mismo: renunciar al ser el ce

En lo secreto

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"Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará"  (Mt 6, 1-18 ) La ceniza nos recuerda nuestra fragilidad y nuestra miseria, no para hundirnos, sino para llenar nuestra nada con el todo del amor de Dios. Hoy comenzamos el camino cuaresmal, un tiempo de gracia porque nos lleva a la solemnidad de la Pascua. La fiesta por excelencia necesita una preparación intensa. El objetivo es alcanzar a Cristo en su misterio de muerte y resurrección a través de la conversión al Evangelio. Conversión es cambio y novedad, es oportunidad y posibilidad de algo nuevo, es desear y buscar el encuentro con Dios. Conversión es aceptar cada día su propuesta, es el gozo de dejarle sitio al Señor que nos quiere... Cuarenta días es tiempo necesario para terminar un proceso en el mundo hebreo. La Cuaresma es una oportunidad para reconstruirnos, volver a quienes somos, encontrarnos con lo que Dios quiere. Con oración, ayuno y limosna empezamos el camino. La oración, el ayuno y l

La mayor felicidad

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«Quien quiera ser el primero,  que sea el último de todos»   (Mc 9, 30-37)  El primero es quien hace de su vida servicio generoso con el anonimato de la verdad que transforma sin ser publicitada. En el servicio el lugar preeminente lo ocupa el otro, sobre todo aquel necesitado de ayuda, dignidad y justicia. Medimos la importancia en sentido cuantitativo. Tener, saber, poder son las claves del éxito, del reconocimiento, del prestigio.  La medida de Dios nos enseña que lo importante no es nuestra conquista, sino la gratitud, y eso sólo se mide por lo pequeño. Pidamos a Nuestro Señor Jesucristo ser siempre siervos suyos a través del servicio a nuestro prójimo,que nunca nos dejemos arrastrar por figurar,ni ser los primeros, porque en la humildad y el servicio es como servimos verdaderamente al Señor. Gracias, Señor, por haberme llamado a servir gratuitamente, a dar mi tiempo, mis energías y mi amor a quienes sufren. Aquí estoy, Señor, envíame. Dispón mi mente

Un don de Dios

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“Todo es posible al que tiene fe”  (Mc 9,14-29).  Duda y fe van juntas. Tener dudas forma parte de la vida del creyente. La fe es relación y respuesta, don y tarea, confianza y espera... Dios está, es y ama. Sus tiempos y detalles son suyos, sus gestos y momentos nos sorprenden. Vivir desde la fe es reconocer que no tenemos suficiente para dejarnos hacer, y hay que pedirla ; y descubrir que el Misterio nos envuelve, nos abraza, nos atrae y nos atrapa. La fe es capaz de mover montañas, las montañas del dolor, es capaz de arrebatar el milagro a Cristo, como la hemorroisa, la fe es el faro que nos muestra el camino. Por eso debemos pedir siempre: “Creo, Señor, pero ayuda mi falta de fe” . Dios no puede hacer nada si no tenemos fe. La falta de fe como que le ata las manos a Dios. Pareciera que Dios no actúa desde sus poderes. Dios actúa en nosotros desde nuestra fe en él. Es la fe la que hace milagros. Es la fe la que abre el camino a Dios. Es la fe la que hace po

A la manera de Dios

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“Amad a vuestros enemigos” .  (Mt 5,38-48) Acompañar es dejar de lo tuyo para que el otro ocupe un poco o un mucho de tu tiempo, proyecto, tarea... El otro marca los pasos, te necesita a su lado para ser lo que es, te pide prestados tus ojos o tus palabras para que sumen a las suyas. Siempre me ha impresionado la expresión de Jesús en la cruz: "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". El perdón es manifestación de amor, y el perdón al enemigo es el amor llevado hasta el extremo, a la misericordia infinita. El amor solo sabe amar. Perdona el amor. Alejarnos de todo juicio, y por supuesto, de toda condena. Comprender, abrazar y acoger. Rezar por quien hace daño, por quien todavía está a oscuras. El mal sólo se vence a fuerza de bien. La misericordia ve el bien escondido en cada persona. Ama, espera y confía. La caridad, el perdón, la comprensión, la generosidad sin límites forman parte de nuestro “A B C” como cristianos. Sí... ya sabemos que cue

Llaves

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«Simón Pedro tomó la palabra y dijo:  "Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo"»   (Mt 16, 13-19) “La fiesta de hoy, nos invita a mirar a la Cátedra de San Pedro, nos estimula a alimentar la vida personal y comunitaria con la fe fundada en el testimonio de San Pedro y de los demás Apóstoles. Si imitáis su ejemplo, también vosotros, queridos amigos, podréis ser testigos de Cristo en la Iglesia y en el mundo”. (Benedicto XVI) El Padre nos revela que Jesús es el Mesías y el Señor. La Iglesia, edificada sobre la roca y bajo la guía del sucesor de Pedro, es, ante todo, el signo visible del amor–nuevo y eterno– que destruye el pecado y la muerte y nos devuelve la vida y la alegría. El don de la fe se lo dona el Padre a Pedro no por mérito de Pedro ni por sus cualidades personales -era pescador- sino por su propia bondad Dios. Es el don más precioso, el de reconocer a Dios como Mesías, como la auténtica luz que guiará nuestros pasos hacia la felicidad ete

Seguir al Crucificado...

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" El que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará".  ( Mc 8, 34 — 9, 1) Tenemos fe. Pero a menudo es una fe apagada, fría, mortecina o cuanto menos, tibia. Fe que se estanca, se pudre. Cómo avivarla? Cómo dar el salto de las palabras a los hechos? Cómo asumir el riesgo de seguir al Crucificado? Danos, Señor, tu Espíritu, danos una fe encendida, viva. Seguir a Jesús es ir detrás de él, no al lado ni delante. La posición es importante para situarnos en relación con él, y en nuestro lugar en la vida, que no nos lo damos nosotros, sino según el puesto que ocupamos en el seguimiento. "El que quiera venirse conmigo..." Ir con Él, donde sea. Ir con Él, sin miedo. Ir con Él, siempre. Ir con Él, y confiar en su compañía. Ir con Él, para que todo sea nuevo en mi, en el mundo. Ir con Él, con el hermano. El verdadero discípulo de Jesús no vive ya para sí mismo, encerrado en nostalgias y lamentos... Como Jesús, acepta la voluntad del Padre y se pone

¡IMPLICATE!

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«Tomando la palabra Pedro le dijo:  "Tú eres el Mesías"»   (Mc 8, 27-33) Hoy Jesús te pregunta a ti: ¿Quién soy yo para ti? Responde desde el “encuentro personal con Él”; escucha su VOZ, reconoce su MIRADA, su PRESENCIA.. ¡IMPLICATE! Esta reflexión de Madre Teresa de Calcuta nos puede ayudar a expresar lo que sentimos por Jesús: Para mí, Jesús es  El Verbo hecho carne.  El Pan de la vida.  La víctima sacrificada en la cruz por nuestros pecados.  El Sacrificio ofrecido en la Santa Misa por los pecados del mundo y por los míos propios.  La Palabra, para ser dicha.  La Verdad, para ser proclamada.  El Camino, para ser recorrido.  La luz, para ser encendida.  La Vida, para ser vivida.  El Amor, para ser amado.  La Alegría, para ser compartida.  El sacrificio, para ser dado a otros.  El Pan de Vida, para que sea mi sustento.  El Hambriento, para ser alimentado.  El Sediento, para ser saciado.  El Desnudo, para ser vestido.  El Des

¿Qué ves?

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“El ciego estaba curado y veía todo con claridad” (Mc 8, 22-26) Ven a Jesús. Ponte delante de Él. Mírate. Como si te miraras al espejo. ¿Ves algo? ¿Qué ves? “Le puso otra vez las manos en los ojos; el hombre miró: estaba curado y veía todo con claridad...” toca mis ojos, pon en ellos tus manos y dame tu luz... hazme ver con claridad, Señor, sé Tú mi luz, enciende mi noche... Para ver no se necesita sólo los ojos, sino la profundidad de la fe, que nos lleva más allá de lo que vemos, para abrirnos la vista a una mirada, lo experimentable a una experiencia, lo buscado a un encuentro. Jesús nos pregunta si vemos con los ojos de la fe, es decir: que si en todo lo que hacemos está detrás la mano de Dios. Esta es la visión que Él quiere que tengamos en todas nuestras actividades, no quedarnos solamente con el ver cosas borrosas, procurar que los ojos estén limpios. Cuántas veces en la vida no vemos. Nuestras cegueras nos paralizan, nos amedrentan, nos desvían

Ver con el corazón

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“Tened cuidado con la levadura  de los fariseos  y con la de Herodes”  (Mc 8, 14-21) En una sociedad donde Dios está ausente crece la mentira, la corrupción, la insolidaridad, el individualismo. Jesús nos invita a alejarnos de esas actitudes que van contra el Reino de Dios que Él nos propone: la levadura de la comodidad, el egoísmo, la apatía, la indiferencia… No hacemos un mundo más humano agrandando muros y cerrando puertas. Algún día nos pedirán cuentas por nuestra tibieza ante las situaciones de injusticia, de pobreza y marginación que vemos pasar ante nuestras narices y miramos hacia otro lado. ¡Ábrete corazón, crece en compasión! Jesús nos previene ante el poder que tiene la otra levadura para fermentarnos en la mente y el corazón. "Tened cuidado con la levadura de los fariseos y con la de Herodes." Las levaduras engañosas de la ideología, el poder o la distorsión. Mantengamos el ser de Cristo Jesús. ¿Reconozco a Jesucristo, presente en medio de s

¡Señor, auméntanos la fe!

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¿Por qué esta generación reclama un signo?   ( Mc 8, 11-13) Tenemos que mirar más allá de nuestras miserias y afanes cotidianos... y verle a Él en el rostro de los que nos sonríen porque nos quieren, en los pasos de los que nos acompañan, en la mirada de ternura de los que nos desean lo mejor... Pedimos signos, señales y pruebas a Dios para creer, cuando lo que debiéramos es pedirle fe para descubrirlo en el silencio, lo cotidiano, lo sencillo. Es el Dios discreto, no lo busquemos en lo extraordinario. El Misterio Pascual de Jesucristo, su muerte y su resurrección, que se actualiza en el anuncio del Evangelio, en la celebración de los sacramentos y en la práctica de la caridad, es el signo indeleble y definitivo del amor del Padre. Muchas veces queremos un Dios a nuestra medida, que nos responda a nuestros deseos. Pedimos signos porque nos falta fe… ¡Señor, auméntanos la fe! Señor, al contemplar el sacrificio de tu Hijo en la cruz, puedo encontrar la gran señal

¡Dad vida!

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"Jesús dijo a sus discípulos:  No piensen  que vine para abolir la Ley o los Profetas:  yo no he venido a abolir,  sino a dar cumplimiento."  (Mt 5, 17-37) Desde el Monte de las Bienaventuranzas, Jesús ha enunciado seis "pero yo os digo", que marcan el pasaje del Antiguo al Nuevo Testamento. Continuidad y ruptura al mismo tiempo. Paso del legalismo a la ley del amor, del sentido común a la locura divina de la cruz. Muchas veces creemos que ser cristiano es únicamente cumplir una lista de normas. Nos equivocamos. Sólo podremos entenderlo y vivirlo desde Cristo, desde su amor, desde su entrega. Cumplir la ley va más allá de un decir. Quienes verdaderamente cumplen algo son quienes lo viven, y su enseñanza será su propio testimonio. El que da plenitud a la ley es aquel que ama sin medida, que sirve sin reservas, que se entrega con generosidad, que respeta escrupulosamente la dignidad del otro. Dios da plenitud a la norma, Él es quien nos

¡Seamos compasivos!

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«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer» (Mc 8, 1-10) Poner todo lo que tenemos, los siete panes, es el principio del milagro. Dios no hace, sin contar con nosotros. No hay poder sin compasión y misericordia, por eso en él y con él podemos todo. Jesucristo es compasivo y misericordioso y se apiada de nuestra debilidad y nuestros cansancios. Presente entre nosotros, con su Palabra y con su Cuerpo y su Sangre nos alimenta, saciando nuestra hambre y nuestra sed de amor y de felicidad, de vida y de alegría. Jesús, qué bueno eres con nosotros. Danos tu gracia para poder mostrar a los demás tu misericordia. Enséñanos a ver al hermano que pasa por momentos de dificultad y a no buscar excusas porque el amor todo lo puede. Cuando el hombre se compadece de sus hermanos, entonces empieza la salvación. Es decir, cuando restablece la comunidad entre los hombres, cuando descubre que él es uno de ellos, cuando se responsabiliza d