¡Señor, auméntanos la fe!
¿Por qué esta generación reclama un signo?
(Mc
8, 11-13)
Tenemos que mirar más allá de nuestras miserias y afanes
cotidianos... y verle a Él en el rostro de los que nos sonríen porque nos
quieren, en los pasos de los que nos acompañan, en la mirada de ternura de los
que nos desean lo mejor...
Pedimos signos, señales y pruebas a Dios para creer,
cuando lo que debiéramos es pedirle fe para descubrirlo en el silencio, lo
cotidiano, lo sencillo.
Es el Dios discreto, no lo busquemos en lo extraordinario.
Es el Dios discreto, no lo busquemos en lo extraordinario.
El Misterio Pascual de Jesucristo, su muerte y su
resurrección, que se actualiza en el anuncio del Evangelio, en la celebración
de los sacramentos y en la práctica de la caridad, es el signo indeleble y
definitivo del amor del Padre.
Muchas veces queremos un Dios a nuestra medida, que nos
responda a nuestros deseos.
Pedimos signos porque nos falta fe… ¡Señor, auméntanos la fe!
Pedimos signos porque nos falta fe… ¡Señor, auméntanos la fe!
Señor, al
contemplar el sacrificio de tu Hijo en la cruz, puedo encontrar la gran señal
que me comprueba la grandeza de tu amor.
Permite que te contemple plenamente en cada celebración de la Eucaristía.
Permite que te contemple plenamente en cada celebración de la Eucaristía.
Señor: me basta el
milagro que me haces regalándome la vida.
Señor: me basta el milagro de tu
amor.
Señor: me basta el
milagro de hacerme creer aunque no me concedas lo que te pido.
Señor: regálame el don de la fe aunque nunca me hagas milagros.
Señor: regálame el don de la fe aunque nunca me hagas milagros.
Señor: yo no quiero una
religión milagrera sino una religión de amor.
Comentarios
Publicar un comentario