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Mostrando entradas de mayo, 2022

Se pone en camino

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  «¿Quién soy yo para que me visite  la madre de mi Señor?»   (Lc 1,43)   ¡Ah, qué procesión del Corpus la que se inició aquel día! «Cada vez que miramos a maría volvemos a creer en lo revolucionario de la ternura y del cariño» (EG 288). María es mujer de nuestra historia, abierta a Dios y a los seres humanos. Ha vivido siempre en actitud de gratuidad y de donación. Se reconoce amada de Dios que es su Señor La fe de María es una fe profética. Con su vida, María es profecía de la obra de Dios en la historia, de su obrar misericordioso que da la vuelta a la lógica del mundo elevando a los humildes y derribando a los soberbios (Lc 1,52). María se levanta. Abandona la comodidad, la postura relajada y tranquila. Su estado de bienestar. Se pone en camino. Sale de sí misma, de sus preocupaciones e intereses. Y va deprisa. No deja para después la urgencia de quien la espera.   María e Isabel se visitan, se alegran, se estiman, se valoran, se acompañan. ¡Que en estos tiem

Solo Dios basta

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  “En el mundo tendréis luchas;  pero tened valor: yo he vencido al mundo”   (Jn 16,29-33)   En los momentos de lucha a causa del evangelio, en los sufrimientos de la persecución o en la desolación por el aparente fracaso, hagamos memoria de la victoria de Jesús sobre el mundo Los valores del evangelio se resumen en la entrega de la vida en el servicio, como hizo Jesús, buscando siempre el bien de todos. Con su misterio pascual Jesús ha vencido al mundo y sus valores de modo que ya ha empezado el triunfo de los valores del reino, aunque todavía no en plenitud. Buscar la paz en Jesús. En medio de las situaciones de incertidumbre, de preocupaciones, de miedo. Encontrar la paz que sólo Él puede darnos. Tener valor para descubrir en la adversidad una oportunidad, en la dificultad un reto, en el temor una motivación. Nuestros días transitan entre lo que conocemos y controlamos y lo que se escapa y nos supera. Nos ponemos nerviosos cuando la vida exige dar pasos a lo desconoci

Esperanza y bendición

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  Mientras los bendecía,  fue llevado hacia el cielo.   (Lc 24, 46-53).    La Ascensión de Cristo constituye nuestra elevación, y el cuerpo tiene la esperanza de estar algún día en donde le ha precedido su gloriosa Cabeza;   por eso, con dignos sentimientos de júbilo, alegrémonos y gocémonos con piadosas acciones de gracias. (San León Magno)   En Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, nuestra humanidad ha sido llevada junto a Dios; Él nos abrió el camino y nos atrae hacia sí conduciéndonos a Dios. Si le confiamos nuestra vida, estamos seguros de hallarnos en manos de nuestro Salvador. Al subir al cielo Jesús, en lugar de permanecer cerca de unos pocos con su cuerpo, se hace cercano a todos con su Espíritu. El Espíritu Santo hace presente a Jesús en nosotros, más allá de las barreras del tiempo y del espacio, para que seamos sus testigos en el mundo. (Francisco)   No es un adiós, sino un “hasta luego”. Cristo nos deja la fuerza vivifi