Testigos de la Vida
«Son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección» (Lc 20, 27-38) Contra la visión materialista, superficial y miope de los saduceos de ayer y de hoy, la Palabra de Jesús nos llena de luz, alegría y esperanza, porque nos dice que seremos admitidos en la intimidad divina, rodeados de un amor y una alegría que no conoce grietas. Hoy Jesús nos invita a reconocer que nuestro Dios es un Dios de la vida... No es posible que Dios, que es amor y misericordia, nos haya creado para la muerte. Dios es un Dios de vivos. Hemos sido creados para la eternidad. A Pablo le rechazaron al hablarles del Dios que está vivo y que resucitó. Hoy, muchos en nuestro mundo siguen rechazándose a un Dios que vive y está presente en nuestras vidas. Creemos en un Dios de vivos. En la esperanza de la Resurrección El destino del justo más allá de la última frontera de la muerte es la comunión con Dios. Nuestro futuro último no es, de hecho, una copia mejorada del pres