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Salvan la vida

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  "Si te ofende siete veces en un día,  y siete veces vuelve  a decirte: «lo siento»,  lo perdonarás."   (Lc 17,1-6) Jesús en el evangelio nos propone tres puntos sobre los que examinarnos. El primero es no escandalizar. Poner cuidado en lo que decimos y hacemos. El segundo es el perdón. Sin límites. Y el tercero es la fe. Pedirla para experimentar lo que Dios puede hacer a través nuestra. Jesús habla del perdón, y nos aconseja no cansarnos nunca de perdonar: perdonad siempre. ¿Por qué? Porque yo he sido perdonado. En efecto, el primer perdonado en mi vida fui yo. Y por eso no tengo derecho a no perdonar: Estoy obligado, por el perdón que recibí, a perdonar a los demás. Así, perdona: una vez, dos, tres, setenta veces siete, ¡siempre! Incluso en el mismo día!. Y aquí Jesús exagera para ayudarnos a comprender la importancia del perdón. Porque un cristiano que es incapaz de perdonar, peca: no es cristiano. Tenemos un Dios muy generoso y paciente. No se cansa de esperar y de dar

Sin desanimarse

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  " Orar siempre, sin desfallecer"   (Lc 18,1-8) La viuda del evangelio de hoy pide justicia frente a su adversario. No se dice lo que ha sucedido, ni quien es su ofensor. Su petición insistente y confiada termina siendo escuchada. Oramos al Dios en quien creemos y creemos en el Dios a quien rezamos La perseverancia en la oración es la actitud que posibilita al creyente mantenerse fiel en medio de las dificultades del día a día. El Evangelio nos habla de orar sin desanimarse, sin rendirse, sin cesar ante las dificultades. Jesús nos ofrece el remedio para calentar una fe tibia: la oración. Sí, la oración es la medicina de la fe, el reconstituyente del alma. Pero es necesario que sea una oración constante. Ora cada día, encontrándote cara a cara con ese Dios que te ama y quiere lo mejor para ti. Haz silencio y escucha su voz en tu interior lleno de fe. ¡Excelente domingo! La propuesta de Jesús es 'orar siempre, sin desfallecer' La oración es mantener una relac

¡Sirves!

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          “También a los otros pueblos tengo que anunciarles el reino de Dios,  para eso me han enviado”.    (Lc 4,38-44)   Es necesario que proclame el reino de Dios. Jesús, al morir y resucitar, pide a sus apóstoles que lo extiendan por todo el mundo, porque es la mejor noticia que cualquier ser humano puede recibir   La suegra de Simón está en cama con fiebre. Jesús se inclina sobre ella. Se acerca a su postración. Increpa la fiebre. La autoridad de Jesús se impone sobre todo mal. Ella se mejora y se pone a servir. No podemos servir bien si no estamos bien para servir.   Las gentes acuden a Jesús porque perciben en él una fuerza sanadora, una misericordia entrañable que les atrae. Le buscan los enfermos, los marginados, los necesitados de paz y de consuelo. Cuando crece la opinión de que Dios no puede hacer nada por nosotros, ¡qué reconfortante es escuchar estas palabras! Pon tus males y los males de los que te rodean ante Jesús. Jesús tiene poder para curar, para leva

"Él os lo dará"

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  “Si pedís algo al Padre en mi nombre os lo daré” (Jn 16, 23-28) Es tiempo de pedir aquello que anhelamos, ¡Cristo ha resucitado! Pedir en su nombre es confiar en Él. Le conocemos bien, sabemos que nos escucha, que está cerca. Pedir es contar, es acercar realidades, es mostrar situaciones, es compartir proyectos. "Él os lo dará". ¿Qué tenemos que no hayamos recibido? Nuestra vida es un don, un regalo, que se da por el amor que nos creó y que nos mantiene. La única respuesta es la gratitud, el asombro, el compartir y dar gratis, lo que gratis hemos recibido. Cómo los agricultores dependen del clima y de la lluvia, nosotros dependemos amorosamente del amor de Dios.             “Señor Jesús, enséñanos a orar,             para que podamos saborear el amor del Padre;             enséñanos a pedir por todos y para todos,             no sólo por nuestras pequeñas preocupaciones;             enséñanos a pedir sobre todo el don del Espíritu,             el don de