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Mostrando entradas de marzo, 2020

¿Quién es Jesús?

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«El que me envió está conmigo, no me ha dejado solo;  porque yo hago siempre lo que le agrada»  (Jn 8, 21-30) Dios también está siempre a nuestro lado, aunque a veces cueste verlo. En esos momentos toca perseverar en la Fe En este camino, la cruz es el punto de referencia. Es un faro en nuestro peregrinar. El que quiera venir en pos de mí, tome su cruz cada día y sígame. Ciertamente debemos estar atentos a seguir el camino verdadero. Cristo nos desvela el secreto de su éxito. Es sencillo: basta con cumplir la voluntad de Dios. Eso es todo 'Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco El Señor desde el cielo se ha fijado en la tierra, para escuchar los gemidos de los cautivos y librar a los condenados a muerte' (Sal 101) «¿Quién eres tú?».  No es fácil decir quién es Jesús. No podemos atraparlo en nuestros conceptos. Reducirlo a nuestros e

Caminar por el sendero de tu amor

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«Mujer, ¿dónde están tus acusadores?;  ¿ninguno te ha condenado?»   (Jn 8, 1-11) Nos vemos en una difícil situación, pero no estamos solos. Permanezcamos arraigados en la oración. Si Dios está con nosotros, ¿quién contra nosotros?  Confiemos en el Señor que siempre nos escucha y nos acompaña. ‘Aunque camine por cañadas oscuras, nada temo porque Tú vas conmigo’ (Sal 22) Todos somos pecadores. Todos. Antes de acusar a alguien, mira en tu corazón. Practica la humildad.  Reconoce tus errores.  Aprende a perdonar... y a pedir perdón . Con qué facilidad tiro piedras a los demás, parapetado en mi orgullo... Con cuánta facilidad le impido al Señor manifestarme su amor, un amor que no condena, sino que sana y libera; un amor que destruye el pecado y la muerte y que sostiene el universo. Quien esté libre de pecado, está libre de conciencia, de misericordia , de ternura, de acogida, de humanidad. El pecado nos enfrenta a nuestra propia realidad, limitación,

Tú no morirás

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«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado» (Jn 11, 1-45) Dios se hace hombre, ama nuestra condición también en esta debilidad  de hoy. No es momento de reproches como Marta, es momento de vivir unidos como esas hermanas que esperan que su Amigo les ayude. El que cree en Jesús y lo acepta como Señor y Salvador ha pasado ya de la muerte a la vida, pues tiene dentro de sí la Vida eterna, el amor de Dios, que destruye el pecado y la muerte, nos libera y nos invita a salir al encuentro del otro. Frente a la cultura de la muerte, es urgente que los cristianos luchemos, trabajemos, construyamos con nuestra vida, otra cultura de la Vida, mostrando que nuestra fe es una opción radical por la vida y la dignidad humanas También en momentos de incertidumbre, enfermedad y dolor podemos encontrar signos de esperanza...  ¡No decaigas! Yo abr

Corrige, sana y libera

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«Jamás ha hablado nadie como ese hombre»   (Jn 7, 40-53) "No tengáis miedo. Tened fe. Paz a vosotros en medio de las tormentas de la vida. Paz en el centro de las tormentas de cada corazón. En la tempestad, permanece abrazado al madero de la Cruz que nos salva. Bendito sea el Señor que nos abre a un horizonte de esperanza" . (Francisco) «Jamás ha hablado nadie como ese hombre» Llama a Dios Padre, perdona, nos llama dichosos, nos llena de dignidad al decirnos 'levántate', quiere hospedarse en nuestra casa, habla de banquete para explica el encuentro con Él... Hay palabras que nos dicen quienes somos. Que nos revelan nuestros sueños más profundos. Que nos abren caminos de imposible. Que nos adentran en una luz profunda de esperanza, de encuentro, de vida. ¿Me dejo transformar por la Palabra de Dios, que corrige, sana y libera, o también la utilizo para justificar mis propias ideologías, mis manías o mis caprichos y, en definitiva, mi incapacidad

Conocer, amarle y seguirle

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“Intentaban agarrarlo,  pero todavía no había llegado su hora”.  (Jn 7, 1-2. 10. 25-30). Queda poco tiempo de Cuaresma. Revisa: ¿cómo está tu corazón ahora? ¿Estás preparado para la Pascua. Conocer a Jesús, amarle y seguirle. Jesús sorprende porque con su propuesta de vida va más allá de lo que podíamos imaginar. Conocer a Jesús supone estar enamorado de Él, seguirle y vivir como Él vivió. Jesucristo no ha venido a hacernos la vida más fácil, sino a dar sentido a nuestra existencia, también al sufrimiento y a la muerte. Él entrega su vida para salvar al mundo, esa es su “hora” y ese es el gran "signo" de su amor, un amor que este mundo no conoce. Ser enviado es descubrir que no eres para ti. Que estas llamado a la apertura de una palabra que tú no pronuncias y te configura. Que vives disponible a una voluntad que te busca, te abraza y te quiere. Señor, Jesús, Pongo este día en tus manos, es una nueva oportunidad que me das para demostrar

Da testimonio

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«Si creyerais a Moisés, me creeríais a mí,  porque de mí escribió él» (Jn 5, 31-47) “¡Anunciar a Jesucristo con la propia vida! La fe se predica antes con el testimonio y después con la palabra. Lentamente”. (Papa Francisco) Sigue el discurso de Jesús con los judíos. Un discurso en el que Jesús busca ser reconocido como el Hijo del Padre. Y parece chocar contra la roca de los intereses de los jefes que se niegan a aceptarlo. No nos engañemos: podemos ser muy religiosos pero muy poco creyentes, muy devotos, pero muy poco cristianos. No nos salvan las ideas, ni los sentimientos –y mucho menos las ideologías–. Nos salva Jesucristo, muerto y resucitado. Si aceptas a Jesús en tu vida, deja que tus actos hablen por ti. Da testimonio del amor de Dios a los demás. Nuestro testimonio será convincente si... le amamos, si su Palabra es para nosotros guía, si nuestras obras y gestos se parecen a las suyas, si existe una relación íntima con Él, si ocupa el centro d

María nos muestra el camino

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«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»   (Lc 1, 26-38) Lo esencial no se enseña.  Se revela a cada uno en lo íntimo, como una anunciación que la esperanza murmura.  Sólo lo descubre aquél que tiene una gran intuición.  Por María nosotros hemos conocido al Salvador Digamos como María: "Hágase en mi según tu palabra". Eso es Fe. Eso es generosidad Dejarse hacer por la palabra, como María, es permitirle a Dios entrar en tu historia.  Dejar que la escriba aunque haya renglones torcidos.  Confiar en su buena ortografía, y saber que siempre habrá un final feliz Su Sí incondicional nos sirve de ejemplo, en este momento de pandemia mundial, María nos muestra el camino:  Hágase en mi. Eso es lo que Dios quiere de cada uno de nosotros: confianza plena en sus planes.  Hoy también. La entrega sin condiciones, sin cláusulas, sin dudas.  Esa es la verdadera felicidad.  ¡Anímate a probarlo! ¡Alégrate!, porque has hallado gracia ante Dios. 

¿No lo notas ya?

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«Levántate, toma tu camilla y echa a andar»  (Jn 5, 1-16) "Señor, no tengo a nadie que me meta en la piscina cuando se remueve el agua."  Déjate ayudar por los que pueden. No es cuestión de suerte o habilidad. Y está Jesús. Él te empuja, te da confianza, fe y fortaleza para vivir en la crisis. Invoca su Nombre. Acógete a Él. La camilla es signo de nuestra propia cruz, de aquello que no aceptamos, nos destruye o nos incapacita para amar. Y es justo ahí, donde Él nos encuentra y nos muestra su amor, que transforma nuestra cruz en el signo de su victoria sobre el pecado y la muerte. Jesús es capaz de rescatar al más perdido,  a aquel que todos han dejado ya de lado por imposible. Cualquier persona, por muy hundida en el pecado que esté, puede ser rehabilitada. “Incluso” en sábado… Un mensaje tan esperanzador que da casi vértigo. Me lo dice a mí y a ti: mira, has quedado sano. Es la hora de fiarte de quien se ha tomado todo el tiempo del mundo en t

¡Enséñame el arte de los pequeños pasos!

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«Si no veis signos y prodigios, no creéis»   (Jn 4, 43-54) Ser cristiano implica creer en Jesús pero también creerle a Jesús y hacer lo que Él nos pide en el evangelio; tenerlo como verdadero Maestro y Señor de nuestras vidas. Estamos llamados a demostrar con la vida signos de “vida”, que lleven a todos a la fe. Ser como Iglesia una comunidad signo, en el que, los que nos ven, descubran lo que los conduce a creer con toda su familia. Debemos ser signos de Jesús, para conducir a la fe, y para que todos “creyendo, tengan vida”. Jesús no permanece indiferente al sufrimiento de los hombres, ante la verdad del dolor humano, ante la súplica sincera, ante la muerte... Responde y transforma. Es un Dios de vivos, quiere la Vida. Pidamos con fe. No pido milagros y visiones, Señor, pido la fuerza para la vida diaria. Enséñame el arte de los pequeños pasos. Hazme hábil e inventivo para notar a tiempo, en la multiplicidad y variedad de lo cotidiano, los c

¡Ve!

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«Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo» (Jn 9, 1-41) Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver. ¿Y tú? ¿Quieres? Abre los ojos a Cristo. ¡Ve! Dios viene a liberarnos de nuestras cegueras e incertidumbres con la luz de su mirada. Jesús es el que puede abrir nuestros ojos y llenar nuestra vida de luz. Él puede cambiar nuestra vida y romper nuestras cegueras. No rehuyamos el encuentro con Él, atrevámonos a hacerle Señor de nuestra vida. «¿Tú crees en el Hijo del hombre?» (Jn 9,35) Creo en Ti Yo creo en Ti, Señor, y te doy gracias de corazón, pero aumenta mi fe, porque a veces me envuelven las dudas. Señor, haz que mi fe sea plena, que sepa abrirte mis pensamientos y sentimientos y acciones, mi pasado, mi presente y mi futuro, sin reservas. Señor, haz que mi fe sea coherente, que acepte las renuncias y los deberes que comporta y sepa hacerla vida en cada momento de mi vida. Señor, haz que mi fe sea fuerte, que

Conoces hasta el fondo de mi alma

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«Todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido» (Lc 18, 9-14) El fariseo le exige a Dios respuesta a lo mucho que él vale, el publicano confía en Dios, en su misericordia, sabe que todo lo que reciba es un regalo de Dios. El fariseo pide a Dios privilegio, el publicano pide compasión... La oración del fariseo –autocomplaciente, orgullosa y llena de prejuicios– se pierde en su misma auto-referencialidad. La oración del publicano, que se sabe pecador e indigno y que implora humildemente la misericordia de Dios sobre sus pecados, es escuchada. El cimiento de la oración va fundado en la humildad, y mientras más se abaja un alma en la oración, más la sube Dios (Santa Teresa de Jesús) La forma en que miramos dice qué es lo importante para nosotros. Mirarnos el interior justificando lo buenos que somos, comparándonos con quien no hace lo que nosotros. O no ser capaces ni de levantar la mirada porque reconocemos quienes somos. Dios y Padre

La señal

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«¿Qué mandamiento  es el primero de todos?»   (Mc 12, 28b-34) Jesucristo ha amado al Padre con todo su corazón, con toda su mente y con todas sus fuerzas, y al prójimo como a sí mismo. Y nos entrega su Espíritu, para que experimentemos ese mismo amor, un amor que destruye el pecado y la muerte. Vale, crees en Dios, pero... ¿realmente lo amas por encima de todo: del dinero, del bienestar, de la comodidad? Amar, eso es lo que nos sostiene. Saber que soy amado y que puedo y quiero amar, cada vez más. Eso nos une y nos ayuda a seguir, también cuando no se ve el final del tunel. Amar a Dios es amar al prójimo. El amor no es un ideal sino se concreta en la realidad de quien tenemos cerca. Estos días se hace evidente el amor de Dios cuando nos queremos entre nosotros, cuando tenemos que estar en casa. Esta es hoy la señal de que Escuchamos a Dios. Señor enciérrame dentro de ti. Abrázame en lo más profundo de tu corazón  y cuando esté allí, refíname, purifícame,  a

José, santo del silencio.

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«José, hijo de David,  no temas acoger a María,  tu mujer,  porque la criatura que hay en ella  viene del Espíritu Santo»  (Mt 1, 16. 18-21. 24a.) San José fue un hombre bueno. Buenísimo. Jugó un papel clave en la vida de María y en la vida de Jesús y, por lo tanto, en la historia del cristianismo. Fue un hombre de Fe, coherente con ella, valiente y fiel a Dios: un buen día le dio su «sí, quiero» y lo mantuvo para el resto de su vida. José es un hombre que sabe hacer de su vida respuesta a la voluntad de Dios. Sin protagonismos pero siempre está al lado de los que ama.  Acepta un imposible y como María dice que si... el amor le mueve y le quita el miedo. Hoy el Señor nos invita –como a San José– a no tener miedo, a discernir y a cuidar la Vida nueva, la obra que el Espíritu Santo realiza en nosotros, en nuestras familias, en nuestras comunidades y parroquias y en toda la Iglesia. Gracias, Señor, por dar a tu Iglesia la figura de San José. Gracias porque

Inclino mi corazón a tu ley de amor

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«No creáis que he venido a abolir la Ley y los Profetas: no he venido a abolir, sino a dar plenitud» (Mt 5, 17-19) Toda la Escritura está mirando a Jesucristo, donde encuentran su cumplimiento las promesas hechas a Adán y Eva, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, David… Acerquémonos a la Palabra de Dios con humildad, para que también se haga vida en nosotros. Las buenas noticias no se guardan en un cofre: se comparten. Haz tú lo mismo: contagia el amor de Dios La plenitud de la ley es la persona. La ley muerta es la ley de libro y papel, de precepto y norma, de literalidad y cumplimiento sin preguntas. La ley adquiere plenitud cuando la llenamos del amor al otro. Vivir la plenitud es trascender los límites que impone el mundo, las exigencias de la sociedad, las aspiraciones de nuestro egoísmo. Mirar la meta contemplando con serenidad y gozo el camino. Poner los ojos en Dios y dejarnos llevar de su mano. Solo una ley, la del amor, solo una plenitud, vivirlo. «El sitio más s

Perdonar, amar

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“Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo  si cada cual no perdona  de corazón a su hermano”  (Mt 18, 21-35)    La paciencia es una gran virtud que debemos ejercitar. Si la combinamos con el perdón… ¿Te imaginas? El Señor tiene más que paciencia con nosotros, tiene compasión. Comprende y ama lo que somos. Está cerca. Convierte la exigencia en misericordia. Su justicia no es de normas y leyes sino de amor. Este es nuestro Dios. Perdonar al hermano no es cuestión de esfuerzo, sino de amor. Quien se acerca a Jesucristo, experimenta el amor y la misericordia de Dios –que perdona siempre– y recibe la gracia del cielo, para perdonar al hermano e, incluso, al enemigo. Convivir las 24 horas, aun con personas a las que quieres, puede ser difícil, más aún si no dispones de un espacio de intimidad. A veces se pierde la paciencia. Herimos, creamos tensiones. Más que nunca necesitamos del perdón continuo, a uno mismo y al otro. Pedirlo y ofrecerlo. Haz tod