Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como Domingo de Ramos

"Bendito el que viene en el nombre del Señor".

Imagen
  «¡Hosanna!  ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega,  el de nuestro padre David!  ¡Hosanna en las alturas!».    (Mc 11, 1-10) Es Domingo de Ramos. Llamados a acompañar a Jesús… ¡vamos a emprender juntos el camino de la humildad! Nos mueve el mejor motor posible: el Amor de Dios. Jesús manda a dos discípulos a buscar un pollino que nadie ha atado, y que nadie ha montado todavía. La entrada en Jesús en Jerusalén, derrama humildad, novedad, originalidad. En sencillez y silencio frente aclamaciones y gritos, el Reino se abre. Jesús entró en Jerusalén como un Rey humilde y pacífico: ¡abrámosle nuestros corazones! Sólo Él puede librarnos de la enemistad, del odio, de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados.             ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!  ¡Hosanna en lo alto del cielo!  ¡Alabad al Señor, todas las naciones!  ¡Ensalzadlo, todos los pueblos!  Su amor hacia nosotros se ha manifestado misericordios

El amor nunca abandona

Imagen
  "Padre mío, si es posible,  que pase de mí este cáliz.  Pero no se haga como yo quiero,  sino como quieres tú."   Mt 26, 14 — 27, 66.  Ese es el gran reto en nuestra vida. Pasar de la apropiación al desprendimiento. De la selección selectiva a la acogida generosa de todo lo que nos toca vivir. Del "Yo" al nosotros compasivo en el que hago mías todas las circunstancias que viven mis hermanos. Hoy Jesús entra triunfante en una Jerusalén rendida a sus pies. Pero sabe que el triunfo es efímero. No vive de aplausos, vive de una confianza total en el Padre que le acompaña siempre. Jesús entra en Jerusalén aclamado como héroe, y él en silencio. Como alguien importante, pero con una borrica prestada. En un camino alfombrado pero con destino de dolor y sufrimiento. Gran contraste entre la visión de Jesús y la distorsión del pueblo. ¡Vamos a emprender juntos el camino de la humildad! Nos mueve el mejor motor posible: el amor al Señor. ¡Ingresa Señor Jesús, a nu