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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Me dijiste ¡ven!, y lo dejé todo

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“Ellos... inmediatamente dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron”. (Mt 4, 18-22) El Adviento es un llamamiento incesante a la esperanza: nos recuerda que Dios está presente en la historia para conducirla a su fin último y a su plenitud, que es el Señor Jesucristo. Jesús nos llama a seguir un camino de búsqueda. Llama a estar vigilantes, a salir de aquello que nos tiene adormilados. Te llama a vivir un tiempo de esperanza, el adviento. Los cristianos rezan en Adviento diciendo: "Ven, Señor Jesús". Y Jesús, que ya está aquí, pues vino y se quedó, también nos pide a ti y a mí, desde Él, y desde el pobre y el excluido con quienes se identifica: "Ven a mí". "Venid a mí todos los cansados". Vayamos, pues, con Él. Rezar y amar, he aquí la vigilancia. Cuando la Iglesia adora a Dios y sirve al prójimo, no vive en la noche. Aunque esté cansada y abatida, camina hacia el Señor. Invoquémoslo: Ven, Señor Jesús, te necesitamos Desde que recibimos el bautismo somos

Adviento según Thomas Merton

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  Nuestro Adviento no es una celebración de valores tradicionales meramente culturales, por grandes y dignos de perpetuación que sean. El adviento no es un mero retorno, una repetición, una renovación de lo antiguo. No puede ser el regreso a la infancia personal o social. La venida del Señor, que es lo mismo que Su “presencia”, es la venida de lo nuevo, no la renovación de lo viejo”. Nuestra tarea es buscar y encontrar a Cristo en nuestro mundo tal y como es y no como podría ser. El hecho de que el mundo sea diferente de lo que podría ser no altera la verdad de que Cristo está presente en él, y que Su plan no ha fracasado ni cambiado: en efecto, todo se hará conforme a Su voluntad. Nuestro adviento es la celebración de esa esperanza. Lo que es incierto no es la "venida" de Cristo sino nuestra acogida a Él, nuestra docilidad y capacidad de salir a Su encuentro". El misterio de Adviento es un misterio de vaciamiento, de pobreza, de limitación. Debe ser así. De otro modo no

Abrid las ventanas

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  'Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa'.  (Mc 13, 33-37) Adviento. ¡Velad! ¿A quién esperas? ¿Por qué tienes que estar despierto? Es importante saber las respuestas a estas preguntas, cuanto más importante sea, para ti, a quien esperas, más fácil será mantener la vigilia. Velar es esperar, contra toda desesperanza. Velar es buscar, frente a tanto escepticismo. Velar es atender, sin sucumbir a la indiferencia o el hastío. Velar es amar las posibilidades.   Velad. Por amor, por fidelidad. Velad. Con paciencia, con esperanza. Velad. En la adversidad, en la lucha. Velad. Con alegría, con serenidad. Velad. Durante el día, durante la noche. Velad. Velad. Velad. Aunque está siendo un año difícil, estamos felices por la próxima llegada de Jesús. Si cuando vamos a recibir visita preparamos nuestro hogar, en este caso hay que preparar nuestro corazón. ¡Vamos a por ello!    Pregón del Adviento Les anuncio que comienza el

El examen final

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  «Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber» (Mt 25, 31-46)   Antes de entregarnos su amor en la cruz, Jesús nos deja sus últimas voluntades. Nos dice que el bien que hagamos a uno de sus hermanos más pequeños —hambrientos, sedientos, extranjeros, pobres, enfermos, encarcelados— se lo haremos a Él  Cristo puede empezar a reinar en tu corazón. ¡Permíteselo! El Reino de Dios… el reino de la verdad y la vida, el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz… puede hacerse presente en tu vida.   El Reino del Universo se esconde en quienes tienen hambre, sed; no tienen casa, vestido; padecen enfermedad y privación de libertad. Detrás de esos rostros, historias, búsquedas, encontramos al Rey del Universo. ¿Lo habéis visto o vamos detrás de otro Rey?   "¿Cuándo te vimos, Señor?" Jesús nos enseña a mirar con el compromiso, a mirar con la acogida, con la hospitalidad, dando de comer, vistiendo, acompañando, vi

Dejarse inundar

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  "Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor". (Mt  25, 14-30).  Que no entierre mis talentos Señor, al final del tiempo ordinario, nos enfrentas a las grandes preguntas de la vida. No quieres que perdamos el tiempo, que nuestra vida sea inútil, vacía, sin fruto, gris y triste. Por eso nos dices que valoremos los talentos y cualidades que nos has entregado y que los desarrollemos con esfuerzo, trabajo, constancia y tesón. Sabemos que el fruto que tú esperas de nosotros es proporcional a las capacidades que hemos recibido de ti, pero no toleras la vagancia, la pasividad del que entierra lo que le has dado. Te agradezco, Señor, lo que soy y quiero ser un regalo para los que has puesto a mi lado, acepto mis limitaciones haciendo rendir las potencialidades lo más posible, tú suplirás lo que haga falta y me darás el cielo. Y hoy, Señor, queremos dejar que nos cale tu gracia , poniendo nuestros talentos al servicio de los demás para llenar de colores y alegría

Con la lámpara encendida

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" ¡Que llega el Esposo, salid a su encuentro! "   (Mt 25,1-13) Vivir alerta, con el aceite preparado, dando testimonio del amor que recibimos de Dios es la tarea que tenemos que llevar a cabo cada día, conscientes de que siempre estamos y estaremos junto a Dios.  Con el corazón siempre presto, alcuza llena de aceite para la lámpara de nuestra vida, la fe, la esperanza y la caridad, como tú bendita Madre, para escuchar el esperado: " ¡Que llega el Esposo, salid a su encuentro! "; y entrar con Él al banquete de bodas.  La FE es como es Lampara que se va consumiendo y necesita aceite para que    pueda seguir alumbrando.  ¡Ojo! ¡Que jamás te falte! Aquí me tienes, Señor, con mi alcuza llena del maravilloso aceite de todo lo que viví, amé y aprendí. Señor, d  ame la Gracia de recibir el aceite de tu Espíritu Santo, para que el día de tu venida pueda entrar contigo en la fiesta eterna del Cielo. Amén.  Con la lámpara encendida Jesús, hoy queremos darte gracias por todo

¡Descansad!

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" Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí"  (Jn 14, 1-6) ORACIÓN POR NUESTROS DIFUNTOS   Descansad, amigos, descansad¡¡ Madres que distéis a luz a vuestros hijos: grande será vuestra recompensa por vuestra generosidad ¡Descansad! Padres, que no os echasteis atrás ante las dificultades: Dios que es Padre, sabrá premiar vuestra fortaleza y entereza ¡Descansad! Jóvenes, que cuando el mundo más os necesitaba, la muerte cortó de secó  ilusiones y esperanzas; no temáis, Jesús, eternamente joven estará compartiendo con vosotros una eterna juventud Niños, que en los primeros pasos de vuestra vida, la muerte rompió vuestros juegos. Niños, que –antes de ver la luz- la mano asesina del hombre abortó vuestro derecho a vivir: ¡Descansad! Ancianos, que os disteis tanto y por tantos en la tierra, y, a veces, fuisteis injustamente tratados y orillados por el egoísmo que congela el alma, la vida y el corazón: vuestras arrugas, en el cielo, serán tarjeta de desemba

Ser santo

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    «Alegraos y regocijaos,  porque vuestra recompensa será grande en el cielo»  (Mt 5, 1-12a)   Ser santo es seguir siendo una persona normal y corriente, que siente la insatisfacción que produce una visión del mundo, donde los hombres aceptan como necesidad el tener mucho dinero. Ser santo es sentir la preocupación del desempleo, del paro, y solidarizarse con quienes lo sufren para paliar su necesidad; y trabajar para que los responsables tengan una mentalidad menos lucrativa y más social. Ser santo es ofrecer nuestra amistad a quien se encuentra solo, ser capaz de temblar cuando descubrimos la incomunicación que nuestro mundo masificado nos transmite, y contagia a través de sus aparatos. Ser santo es no aceptar la violencia a la que nos lleva la competencia, el odio que despierta en nosotros la separación de los hombres con barreras económicas, sociales, religiosas, raciales, nacionales. Ser santo es buscar la superación de todas las situaciones negativas que producen sufrimiento en