Un verdadero encuentro
"Sus muchos pecados han quedado perdonados, porque ha amado mucho, pero al que poco se le perdona, ama poco." (Lc 7,36-50). La mujer solo piensa en Jesús, en estar con Él, en lavarle los pies, en cuidarlo. No le pide nada y recibe todo. Su fe la cura, la salva. El gesto de Jesús con ella le devuelve toda la dignidad que le habían quitado con su crítica los amigos de Simón y el mismo al acusarla públicamente. La mujer pecadora tiene un verdadero encuentro con Jesús que le cambia la vida. Lo que produce el encuentro es el amor, que a su vez facilita el perdón. Es fácil juzgar a las personas por la apariencia. El riesgo es caer en una distorsión de sus cualidades y centrarse en lo negativo. Jesús mira el corazón. La disponibilidad al amor y al perdón. Quien reconoce su limitación y su pecado, deja espacio para ser amado. En la relación personal con el Señor, lo que cuenta es el amor. Al fariseo que invitó a Jesús a su casa, le sobraba cortesía y le faltaba amor. E