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Mostrando las entradas etiquetadas como pecado

Un verdadero encuentro

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  "Sus muchos pecados  han quedado perdonados,  porque ha amado mucho,  pero al que poco se le perdona,  ama poco."   (Lc 7,36-50). La mujer solo piensa en Jesús, en estar con Él, en lavarle los pies, en cuidarlo. No le pide nada y recibe todo. Su fe la cura, la salva. El gesto de Jesús con ella le devuelve toda la dignidad que le habían quitado con su crítica los amigos de Simón y el mismo al acusarla públicamente. La mujer pecadora tiene un verdadero encuentro con Jesús que le cambia la vida. Lo que produce el encuentro es el amor, que a su vez facilita el perdón. Es fácil juzgar a las personas por la apariencia. El riesgo es caer en una distorsión de sus cualidades y centrarse en lo negativo. Jesús mira el corazón. La disponibilidad al amor y al perdón. Quien reconoce su limitación y su pecado, deja espacio para ser amado. En la relación personal con el Señor, lo que cuenta es el amor. Al fariseo que invitó a Jesús a su casa, le sobraba cortesía y le faltaba amor. E

Danos fe

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  "¿Por qué pensáis mal  en vuestros corazones?"   (Mt 9,1-8). En este episodio de Cafarnaún, los protagonistas son Jesús, un paralítico y algunos letrados. Por san Marcos sabemos que cuatro amigos del minusválido lo descuelgan en su camilla por el techo de la casa en que se halla Jesús, asediado por la muchedumbre. Viendo el Señor su fe, comienza por decir algo que resulta sorprendente: « Ten confianza, hijo. Se te perdonan tus pecados ». La reacción de los letrados es de un desmesurado escándalo. Una vez más la sanación física será signo fehaciente de la más profunda curación espiritual. Al perder la conciencia de pecado, no valoramos el perdón, la gracia que recibimos y nos fortalece en nuestra vida. Preferimos que se nos quite un dolor del cuerpo y no vemos que lo que más nos duele es el alma que nos impide levantar la cabeza. «¡Ánimo, hijo!, tus pecados están perdonados.» Esta frase sigue siendo escandalosa. Hemos dejado de soñar en un mundo rescatado de la inju

Llamados a perdonar

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  «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra»… “Tampoco yo te condeno”   (Jn 8,1-11). Los motivos de la acusación por parte de los escribas y fariseos no son, por supuesto, sinceros. Lo que en realidad buscan al llevar a esta mujer ante Jesús es « ponerle una trampa y poder acusarlo ». Jesús tiene un encuentro con una mujer pecadora y con sus acusadores. Con la persona y con la ley. Con la oportunidad de conversión y con la norma sin preguntas. Su opción es clara por el perdón, por la mujer, por la persona, por la oportunidad.   «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra» Estamos dispuesto a tirar la piedra al primer pecador que pasa por nuestro lado, esa piedra es el juicio negativo, la crítica despiadada que no ayuda a corregir sino que hunde a la persona y no damos ocasión a su redención. Todos somos pecadores. Todos. Antes de acusar, mira en tu corazón. Aprende a perdonar. «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra». Que una ley di