𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐, el Rey 𝒅𝒖𝒆𝒓𝒎𝒆.
«Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en os lienzos con los aromas» (Jn 19,40). Silencio… calma… espera… acompañando a María en su dolor. Pero tras la luz está la esperanza. Pronto triunfará la VIDA. Y seremos salvados Allí estaban las mujeres que siempre lo acompañaban, su Madre, María Magdalena y junto a José, sintieron la soledad, el silencio, la amargura del llanto por un ser querido que no merecía aquella muerte. 𝑺𝒊𝒍𝒆𝒏𝒄𝒊𝒐, el Rey 𝒅𝒖𝒆𝒓𝒎𝒆. Un gran silencio reina hoy en la tierra, un gran silencio y una gran soledad. El rey duerme, la tierra ha temblado y se ha calmado porque Dios se ha dormido en la carne. ¡Todo se ha cumplido! ¡SILENCIO, JESÚS HA MUERTO! Cuando uno se da generosamente espera dar fruto, es lo que llamamos sembrar. Jesús se ha dado por entero, no se reservó nada, lo dio todo, dio la vida. Esto tiene que dar fruto, generar esperanza. Este amor tan grande no se puede encerrar en un sepulcro. El darse, el amor entregado, es la espera