Entradas

Mostrando las entradas etiquetadas como BUEN PASTOR

Se compadece

Imagen
  «Venid vosotros a solas  a un lugar desierto a descansar un poco» .  (Mc 6,30-34). Jesús invita a sus discípulos a ir un lugar desierto a descansar. La propuesta se quiebra cuando muchos van a buscarlos. Una multitud desorientada. Jesús no mira para otro sitio. No permanece indiferente. Cambia de plan. Se compadece y se pone a enseñar El desierto más que un lugar es un estado, es la búsqueda de liberarnos de ruidos, de voces, de exigencias y de reencontrarnos con el Dios que habita la realidad. Jesús detectó el desconcierto y la confusión en muchas vidas. Se compadeció de tanta confusión, de tanto sufrimiento acumulado y se puso a enseñar los caminos que conducen a la paz. Esa paz tan anhelada, que expulsa miedos y temores. ¡Que la paz esté con nosotros! Para evitar ser engullidos por este mundo vertiginoso y voraz: detén el ritmo, conecta con tu vida interior, con el Dios que te habita, descansa en él, entrégale todos tus agobios. Es con el Señor y en Él donde se descans

Testimonio

Imagen
  "Mis ovejas escuchan mi voz,  y yo las conozco, y ellas me siguen,  y yo les doy la vida eterna."   (Jn10,22-30). “Os lo he dicho y no lo creéis”. Es necesaria la fe para acoger a Jesús. La fe es un don que Dios está dispuesto a concedernos y que espera que se lo pidamos. Por la fe alcanzamos la vida eterna. «Las obras que yo hago en nombre de mi Padre, esas dan testimonio de mí» Las que Él hacía hablaban de Dios, ponían al hermano en el centro, cuidaban y amaban al prójimo. Obras que son detalles del amor de Dios con nosotros. ¿Qué muestran nuestras obras? Ser testigos de Él es más que decir, es vivir. Cuando decimos cumplir la voluntad del Padre hacemos vida aquello que él nos ha dado, que nuestro testimonio sea signo de la fe que vivimos y va acompañada de las obras que hacemos en nombre del Padre. "Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna." Cuando no se escucha nada llena ni convence. Los judí

La puerta de la salvación

Imagen
  “Yo soy la puerta”    (Jn10,1-10). Jesús ofrece luego una segunda y mayor revelación: Él es la « puerta » del redil. El que no entra por ella es un ladrón y un asaltante. Quienes, en cambio, entren por esta puerta tan singular se salvarán y encontrarán pastos abundantes. El Pastor frente al ladrón. El ladrón salta para entrar. Entra para robar, matar y hacer estragos. El Pastor entra por la puerta de las ovejas. No fuerza. Llama. Escuchan su voz porque la conocen. Una voz sincera, que busca el bien y regalar vida eterna.   “Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos”. El Señor nos conoce, nos llama por nuestro nombre, no está lejos, nos ama. Se ha terminado la lejanía. Nos conoce no para juzgar sino para amar. Conocernos facilita el encuentro, la relación personal. Conocer es amar. Él nos llama por nuestro nombre. Es una relación personal la que tiene con nosotros y nosotros con Él. No es un Pastor frío, lejano. Es cercan