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Mostrando entradas de agosto, 2019

La Puerta

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"Hay últimos que serán primeros,  y primeros que serán últimos"   (Lc 13, 22-30) Jamás alcanzaremos la santidad a la que estamos llamados si nuestra vida está dominada por la ley del mínimo esfuerzo. Cambiemos el mal por el bien, el odio por amor, la venganza en perdón. La cruz es la "puerta estrecha", siempre abierta, donde se nos ofrece la posibilidad de experimentar el amor y la misericordia de Dios; el camino seguro para acceder al banquete del Reino. ¿PUERTA ANCHA O PUERTA ESTRECHA? La ancha, tal vez, la que menos esfuerzo exige pero la que nos lleva a metas de recorrido corto. La estrecha, tal vez, la que nos invita a ajustarnos un poco la cintura pero con horizontes amplios. La ancha la de un "todo vale" pero sin más pretensión que la felicidad efímera y de simple hojalata. La estrecha la que nos hace caer en la cuenta de lo qué está bien y de aquello que está mal. La ancha la que, presentándonos un mundo idílico

El fuego del amor de Dios

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"He venido a prender  fuego a la tierra,  ¡Y cuánto deseo  que ya esté ardiendo!"   (Lc 12, 49-53) En el Evangelio de hoy, Jesús nos revela su deseo más ardiente: traer a la tierra el fuego del amor del Padre, el fuego que salva, que cambia el mundo a partir del cambio del corazón de cada uno   Prende el fuego de tu amor en nosotros para que seamos antorchas que iluminen. El fuego que enciende el Espíritu de Dios en los corazones, no es como el del mundo.   La sabiduría de Dios no es como la humana. La alegría que viene de Dios no es como la que da el mundo. La paz que nos da Dios no es como la que da el mundo.  Sus caminos no son nuestros caminos. Pidamos un corazón puro, para saber amar hasta ser incomprendidos por los egoístas de nuestro mundo. Sepamos vivir en estado de lucha: la lucha de quien cree en la fuerza transformadora del amor. En pie de guerra Entre luchar a tu lado, u holgar sin ti, elijo la guerra

"Enaltece a los humildes".

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" En aquellos mismos días,  María se levantó  y se puso en camino  de prisa hacia la montaña,  a una ciudad de Judá;  entró en casa de Zacarías  y saludó a Isabel"  (Lc 1, 39-56) “El Señor vino a María, para hacerse siervo. La Palabra vino a ella, para callar en su seno. El Pastor vino a ella, y nació el Cordero… El Altísimo vino a ella, pero entró humildemente… Desnudo salió de ella, quien todo lo reviste (de belleza).”   Efrén Sirio. La devoción a María se expresa de muchas maneras. En Oriente mediante la dormición, en Occidente mediante la asunción. En el fondo tradiciones muy complementarias. Estamos en el mundo pero miramos dos pasos más allá. Más allá del miedo y los prejuicios. Más allá del egoísmo y la indiferencia. Somos peregrinos caminando, en espera de la patria definitiva. Semilla de otro reino que nos dará plenitud. Hoy el horizonte se eleva y se ensancha. Hoy María hace renacer nuestra esperanza, reaviva

Preparados

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“ Dichosos los criados  a quienes el Señor,  al llegar, los encuentre en vela; os aseguro que se ceñirá,  los hará sentar a la mesa  y los irá sirviendo. ” (Lc 12, 35-40) Vivamos en estado permanente de vigilancia para no caer en el sopor del bienestar alienante.  Que el Señor nos encuentre puestos al servicio de su Reino y de los hombres. La promesa no puede ser más atractiva: “Él mismo se ceñirá, los hará sentar a la mesa y los irá sirviendo”. Vivamos como el centinela que guarda la ciudad en la noche y espera ansioso la aurora. Responsables del todo. ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR Aún con debilidad y con cansancio Aún con dudas y con dificultades Aún con falta de medios y de fuerzas ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR En la noche oscura y en el día claro En los momentos de tormenta y de calma En el éxito y en el fracaso En la siembra y en la cosecha En la juventud y en la vejez En la alegría y en la tristeza ESTAREMOS EN VELA, SEÑOR Hoy,

Haz el bien.

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"Mirad:  guardaos de toda clase  de codicia.  Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes" (Lc 12, 13-21) Hay quien no duerme pensando qué hacer para que no le roben. Quien desconfía de todo y de todos.  Poseen riqueza que ni siquiera disfrutan. Su obsesión es guardar, acumular.  Apegarse a las riquezas nos esclaviza. Que a nadie le falte lo necesario para una vida digna. Pero libres. Hay quien descubre que se puede vivir con poco, que se puede incluso ser más feliz. Hay quien, despojado de sus riquezas, empieza a disfrutar la brisa del amanecer, oír el canto de los pájaros, a contemplar una puesta de sol, a mirar a los ojos, a escuchar a los otros y al Otro. Jesús está seguro de que la felicidad no depende de los bienes materiales, no importa cuán abundantes sean, y nos previene del deseo de acumular, usurpar, porque esta actitud esclaviza, nos aleja del amor generoso y gratuito del Padre y rompe la solidaridad fra