"En aquellos
mismos días,
María se levantó
y se puso en camino
de prisa hacia la montaña,
a
una ciudad de Judá;
entró en casa de Zacarías
y saludó a Isabel"
(Lc 1,
39-56)
“El Señor vino a
María, para hacerse siervo.
La Palabra vino a ella, para callar en su seno.
El Pastor vino a ella, y nació el Cordero…
El Altísimo vino a ella, pero entró humildemente…
La Palabra vino a ella, para callar en su seno.
El Pastor vino a ella, y nació el Cordero…
El Altísimo vino a ella, pero entró humildemente…
Desnudo salió de
ella, quien todo lo reviste (de belleza).”
Efrén Sirio.
La devoción a María se expresa de muchas maneras.
En Oriente mediante la dormición, en Occidente mediante
la asunción.
En el fondo tradiciones muy complementarias.
Estamos en el mundo pero miramos dos pasos más allá.
Más allá del miedo y los prejuicios.
Más allá del egoísmo y la indiferencia.
Somos peregrinos caminando, en espera de la patria
definitiva.
Semilla de otro reino que nos dará plenitud.
Hoy el horizonte se eleva y se ensancha.
Hoy María hace renacer nuestra esperanza, reaviva nuestra
alegría.
Su vida llevada a plenitud nos muestra el futuro que
espera a sus hijos.
Es aliento en el camino, descanso y consuelo en nuestro
peregrinar por la tierra.
Verdaderamente Dios enaltece a los humildes.
Celebrar la asunción de María es celebrar que Dios
"enaltece a los humildes".
El Dios que alza, levanta es el mismo que "derriba
del trono a los poderosos".
El canto de María es canto de esperanza que triunfa
contra toda esperanza.
Virgen María, eres el gran consuelo de los que viven bajo
el umbral de la pobreza.
Eres abogada de los pequeños y sensible a cada lágrima.
Brillas por tu
dulce humildad y disponibilidad en el centro del corazón de la vida.
Eres Madre y esperanza de los afligidos y abandonados.
Señor Jesús, en tu
resurrección, venciste a la muerte
y abriste las puertas de la vida eterna, eternamente feliz,
puertas que ha traspasado la Virgen María, nuestra madre,
al ascender en cuerpo y alma a la Casa del Padre.
y abriste las puertas de la vida eterna, eternamente feliz,
puertas que ha traspasado la Virgen María, nuestra madre,
al ascender en cuerpo y alma a la Casa del Padre.
Unidos a Ti, unidos
a la Virgen asunta al cielo,
también nosotros esperamos alcanzar la felicidad más grande
que el Padre ha preparado con cariño a todos sus hijos e hijas.
también nosotros esperamos alcanzar la felicidad más grande
que el Padre ha preparado con cariño a todos sus hijos e hijas.
María, Tú eres la
Virgen elevada, la Madre de la Esperanza.
Ayúdanos a mantener y compartir la esperanza en un mundo mejor,
la esperanza de la vida eterna.
Ayúdanos a mantener y compartir la esperanza en un mundo mejor,
la esperanza de la vida eterna.
Amén.
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