En lo secreto



"Tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará" 
(Mt 6, 1-18)

La ceniza nos recuerda nuestra fragilidad y nuestra miseria, no para hundirnos, sino para llenar nuestra nada con el todo del amor de Dios.
Hoy comenzamos el camino cuaresmal, un tiempo de gracia porque nos lleva a la solemnidad de la Pascua. La fiesta por excelencia necesita una preparación intensa. El objetivo es alcanzar a Cristo en su misterio de muerte y resurrección a través de la conversión al Evangelio.
Conversión es cambio y novedad, es oportunidad y posibilidad de algo nuevo, es desear y buscar el encuentro con Dios. Conversión es aceptar cada día su propuesta, es el gozo de dejarle sitio al Señor que nos quiere...

Cuarenta días es tiempo necesario para terminar un proceso en el mundo hebreo. La Cuaresma es una oportunidad para reconstruirnos, volver a quienes somos, encontrarnos con lo que Dios quiere. Con oración, ayuno y limosna empezamos el camino.
La oración, el ayuno y la limosna –en intimidad con el Padre– sana y fortalece nuestra comunión con Él, con nosotros mismos y con los hermanos, y va disponiendo nuestra mente, nuestro corazón y nuestras fuerzas para amar a Dios y para amar al prójimo.
En la cuaresma se nos invita a un cambio, la conversión personal . Dios nos da la oportunidad de arrepentirnos. Es un tiempo de gracia en que Dios nos ofrece su perdón con especial generosidad.
¿Cuál es tu plan para esta cuaresma, para este tiempo de reconciliación?

Estas cenizas sobre mi cabeza son sinceras.
Son la señal de mi pequeñez y fragilidad.
También, el testimonio de mi confianza en ti:
yo sé que tú tienes poder y amor
para acabar con las cenizas de mi vida vieja
y hacer que florezca una vida nueva.


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