La fe de una mujer




«Señor, pero también los perros, debajo de la mesa, comen las migajas que tiran los niños»
(Mc 7,24-30)

Eso es pedir con Fe. Y tiene un poder tal, que en aquella ocasión hizo incluso cambiar los planes del Cielo
Es una mujer, una extranjera, la que con su sencilla y reiterada petición abre su mente. Esta mujer ama incondicionalmente a su hija, por ella se humilla, se hace pequeña. El amor a su hija obra en ella la fe. Y pide con insistencia. Y la mente de Jesús se abre a la novedad.  
Ella mujer y extranjera es atendida por Jesús, no con 'las migajas' que pide sino con el pan de la mesa, con el banquete del amor, con la gracia de la curación de su hija, con la misericordia que transforma. Ella pone fe... Jesús vida.
ES EL PASO DE LA CONFIANZA EN NUESTROS MÉRITOS A LA FE EN SU MISERICORDIA.
¿Cómo es tu fe?
Seamos agradecidos con el Señor y anunciemos su salvación a todos, sin apropiarnos de sus dones, para que otros muchos conozcan su misericordia, lo invoquen con fe y lo sigan con alegría.
¿Cómo es mi oración? ¿Es mi amor de tal calibre que alimenta mi débil fe? ¿Soy constante en lo que quiero, busco, en lo que de verdad deseo? La fe de la mujer cananea fue puesta a prueba, su amor y confianza, su fe en el Maestro, curó a su hija. 
¿Permanezco fiel, crece mi fe ante el aparente silencio de Dios?
Gracias, Señor, porque en este evangelio puedo ver las características de la verdadera oración: sencillez, fe, humildad, perseverancia y confianza. Me confirmas que la oración sincera es infaliblemente efectiva, porque Tú siempre me escuchas.



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