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Amor y comunión



«Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito» 
(Jn 3, 16-18)
 
Amar a Dios sobre todas las cosas.
Amar al prójimo como a uno mismo.
Amar la vida, cuidarla, protegerla.
Cuidar la naturaleza, la tierra que nos acoge.
Tratar a cada criatura como algo sagrado.
Saberse amado, expresión viva del creador, y ser amable con uno mismo y con los demás.
 
Es necesario normalizar las diferencias.
La diversidad es riqueza.
Desterrar prejuicios y miedos, porque en lo esencial somos uno, y aprender a conocernos, valorarnos y respetarnos.
Ponernos en la piel del otro.
No es preciso coincidir, sino respetar, acoger y conciliar.
 
¡Dios es amor!
Un amor que sostiene el Universo, que da la vida al mundo y que habita dentro de nosotros.
 
Decir "Trinidad" es afirmar que "Dios es amor" (1Jn 4,8.16).
Y "Dios ha manifestado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo.... Si Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos unos a otros" (1Jn 4,9.11). Entiendes la Trinidad, si vives la caridad (S. Agustín)
 
Éste es el misterio del amor más bello, el misterio de la Santísima Trinidad: las tres Personas divinas que viven en esa unión íntima e infinita de amor; un amor que es comunión y que se difunde hacia nosotros como donación de todo su Ser.
 
Dios ama como Padre que acoge, que siempre está.
Dios es Hijo que ama en la historia, muy próximo a nosotros, como un hermano.
Dios es Espíritu que ama sin medida y nos mueve a transformar una realidad necesitada de Él.
Tres melodías que se entrelazan, que convergen en una única música, sin perder su singularidad, pero separadas no sonarían a nada.
Trinidad.
 
“La Trinidad se parece a una bella danza en grupo a la que tú estás invitado a participar.”
 
Dios es familia, comunidad, amor entregado.
Jesús nos revela el amor del Padre y el Espíritu nos ayuda a reconocerlo.
“Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único”.
Se entregó por nosotros sin medida ni condiciones.
El Dios del amor y la paz está con nosotros para siempre
 
Hacernos pequeños, estar al lado de los últimos, disponibles para servir, ayudar levantar, consolar....
Amar al mundo como Dios lo ama.
Entregarnos cada día, en cada gesto.
Hacernos uno con el que sufre, acompañar, alentar la vida.
El amor fluye, se expande, necesita del otro.
 
Sólo los humildes atraviesan la estrechez de la puerta del Amor y la Comunión.
¡Pasa!
 
Juntos siempre seremos más.
En un mundo que siembra división hoy vive la comunión.
 
Enviados a ser testigos del Amor... en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Señor, Dios, Padre nuestro, tú eres mi Dios.
Que tu sabiduría me dirija, tu gracia me anime, tu amor me dé alegría, tu verdad me proteja, tu poder me guarde.
Jesucristo, Hijo de Dios, hermano y Salvador mío.
Que tú te hicieras hombre es mi gran alegría.
Quiero seguirte; que tus sufrimientos sean mi victoria, tu desgracia mi honor, tu muerte mi vida, tu resurrección mi bienestar.
Oh Dios, Espíritu Santo, tú eres mi bienestar, conviérteme porque soy pecador.
Devuélveme a la vida porque estoy muerto, despiértame porque estoy dormido.
Disponme para la vida eterna.
Ilumina mi mente, santifica mi voluntad, fortalece mis débiles fuerzas.
Quédate conmigo, vive en mi, permanece conmigo, oh Santísima Trinidad,
digna de toda alabanza. Amén.
 
 (Caspar Neumann, hacia 1700)



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