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Misericordioso y compasivo

 

« Extendió la mano y lo tocó diciendo: 
« ¡Quiero, queda limpio! ». 
Y enseguida quedó limpio de la lepra. » 
(Mt 8, 1-4)

A Jesús, nuestro maestro y Señor, le dijo el leproso:

"si quieres, puedes limpiarme"
¡Maestro límpianos el corazón!

Reconocer que no estamos limpios, precisa una gran dosis de autoconocimiento, cantidad de deseos de cambiar, y sobre todo, no mirar para otro lado.

Si no hay humildad para ver la suciedad, y deseo de limpiarla, no puede hacer nada, ni Dios mismo.


'Quiero, queda limpio'

Deja atrás tus miedos, suéltalos.
Abre tus ojos y mira a tu alrededor para dar gracias.
Coge la mano del otro y construye fraternidad.
Sal de tus escondites, de tus comodidades y anuncia la Buena Noticia...

A veces, tan solo necesitamos que alguien nos diga: “tranquilo, todo irá bien” mientras nos mira a los ojos.

La vida es así, más sencilla de lo parece

La voluntad de Jesús hacia nosotros es siempre la de liberarnos de nuestros pecados; pero respeta nuestra libertad, esperando que se lo pidamos con fe.

Un nuevo rostro de Dios:
Misericordioso y compasivo.
¿Cómo es mi imagen de Dios? 


Mis manos con las tuyas

Mis manos
solo encontrarán su verdad
si se tienden a los tuyos:
los que no saben
donde agarrarse,
los que no pueden
sostenerse,
los cansados,
los perdidos,
los enfermos,
los extraños,
los no atendidos.

Y cuando ya las sienta frías,
sucias o apagadas de cansancio,
deja que las junte con las tuyas,
y las frote en tu memoria,
hasta ese nuevo encendimiento:
en manos amigas,
en manos de faena,
en manos de compañía.

(Seve Lázaro, sj) 


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