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Comulgar es...


«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; 

el que coma de este pan vivirá para siempre. 

Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo» 

(Jn 6,51-58)

Es Domingo del Corpus Christi. El Cuerpo y la Sangre de Cristo, se nos dan como alimento para la Vida eterna y nos dan fuerzas para regalar vida. Vida hecho servicio, compromiso y caridad. AMOR con mayúsculas.

 Jesucristo es el Buen Pastor que se hace “pasto” para alimentar a todos los que se acercan a su mesa, bien dispuesto el corazón

Jesús nos dejó un alimento que nos fortalece y nos ayuda a hacer nuestro su estilo de vida

La solemnidad del Corpus Christi nos recuerda que Jesús se hace pan para nuestra hambre y bebida para nuestra sed, porque el hombre es un ser hambriento y sediento de vida, felicidad y amor, y nada fuera de Dios puede satisfacerlo.

Jesús: Pan de Vida.
Si te alimentas de Él, vivirás para Él.
"El que me come, vivirá por mí".
Cómele con conciencia y naturalidad.
Alimenta tu corazón con la sensibilidad y belleza de Cristo.
Tu vida, como la suya, sea una semilla fecunda.
Y procura pan a los que no lo tienen.

Jesús es el Maestro, el único Maestro válido, y se estudia, se aprende, mirándole a Él, clavando los ojos en Él y dejando que su Imagen y su ejemplo se nos graben a fuego en la retina y en el alma, como un tatuaje, un sello indeleble que nos identifique: cristianos, los locos de amor

La Palabra que procede de Dios se hizo carne en Jesús. Porque hacer la voluntad del Padre fue su alimento, él vive del Padre. Y así su vida ofrecida, todo su caminar haciendo el bien, es el alimento que sacia realmente nuestra ansia de verdad y de bondad.

El Cuerpo y la Sangre de Cristo están presentes en la Eucaristía, alimento que fortalece nuestra fe y nos impulsa hacia el amor fraterno.
Y están presentes en los hermanos, está sufriendo en los enfermos, pasando necesidades en los pobres, buscando acogida en los refugiados...

Un Pan que se hace vida y procesión en los que llenan de vida lugares de soledad, que saben convertir el dolor en motivo de consuelo y compasión, en los que sin distinciones convierten sus dones en servicio multiplicado para ofrecer esperanza donde se ha perdido.

"Mi Señor y mi Dios, humildemente me inclino y te adoro. Me siento impotente de considerar tu inmensa amabilidad tu amor infinito en la santa hostia. "

¡Jesús, que yo no me olvide nunca de que tienes Corazón!  Que nunca me olvide de Ti, de Tu Corazón. Que no se me borre de la mente que Tú me miras, que Tú me buscas, que Tú me esperas. Que no me olvide nunca de que tienes Corazón y que ese Corazón, está tantas veces solo, olvidado.

Jesús, ayúdame a valorar la Eucaristía. El poder vivir para siempre, por Ti, es mi gran anhelo. Quiero hablar contigo y escuchar tu Palabra para recibirte con el amor que te mereces; sin ningún interés personal, sólo la ilusión de que me llenes de Ti y me hagas experimentar tu amor.

 

Comulgar es descubrir que la Eucaristía es tu Cuerpo, Señor.

Comulgar, Señor, es el misterio de tu Amor.

Comulgar es, Señor, volver a sentir tus palabras: “El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”.

Comulgar es caer en la cuenta de que tu Cuerpo, Señor, nos ha sido entregado, regalado por puro y generoso Amor.

Comulgar, Señor, es unirnos a tu Cuerpo Crucificado.

Comulgar es entrar, Señor, en el misterio de tu Cuerpo Encarnado.

Comulgar es sentir, Señor, que la Iglesia es tu Cuerpo Místico, tu Cuerpo apasionado y comunitario.

Comulgar es incorporarme a Ti, Señor, para servirte en el empobrecido.

Comulgar es descubrir tu Cuerpo, Señor, en el pobre: en el hambriento, en el que pasa sed, en el que está desnudo.

Comulgar es, Señor experimentar tu Amor, tu presencia, tu fuerza, tu amistad.


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