“Quien mira con deseo ya ha cometido adulterio en su corazón”
(Mateo 5, 27-32)
Todos somos hijos del Padre Eterno, y como hijos de un mismo Padre debemos mirar no lo que llevamos encima, sino más bien lo que hay en el corazón del hombre: un pequeño reflejo del fuego del amor de Dios.
Despierta el corazón. Abre el oído. Afina la sensibilidad para percibir los mensajes que Dios nos hace llegar de forma sencilla: en 'un susurro o una tenue brisa', a través de situaciones cotidianas, de la lectura de la Palabra, de intuiciones que brotan en un rato de oración...
Ojalá todas nuestras palabras y acciones estén motivadas por el amor apasionado
a Dios. Ojalá nuestra mirada al mundo, a cada persona, sea siempre desde la
misericordia, la tolerancia y el respeto. Que nada ni nadie nos quite la paz que Dios pone en el corazón de quien le
acoge.
El amor hay que cuidarlo, dejar que se llene de sentido, 'regarlo' cada día de verdad y caricias, 'contemplarlo' como el tesoro compartido, 'vivirlo' como proyecto de artesanos que trabajan juntos...
Oración de los esposos
Señor, haz de
nuestro hogar un lugar de amor:
donde no haya injurias, porque Tú nos das paciencia;
donde no haya rencor, porque Tú nos enseñas el perdón;
donde no haya abandono, porque Tú estás siempre con nosotros.
Haz, Señor, de
nuestras vidas, una página llena de Ti.
Que cada mañana amanezca un día más de entrega.
Que cada noche nos encuentres con más amor de esposos.
Que vivamos todo el día en la ayuda y el consuelo mutuos.
Ayúdanos, Señor,
para educar a nuestros hijos, según tu imagen y semejanza;
para que vivamos nuestro amor conforme a tú voluntad;
para que veamos en nuestra felicidad un motivo más para amarte;
para que demos a los demás lo mucho que Tú nos has dado.
Te invitamos,
Señor, a nuestro hogar.
Ojalá encuentres el bien en él.
Amén.
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