Mi piedra angular

 

"La arrendó a unos labradores y se marchó lejos."
 (Mc 12,1-12).

El evangelio de hoy es una llamada a la reflexión sobre nuestra relación con Dios, la receptividad a sus mensajes, y la aceptación del sacrificio de Jesús. Nos desafía a vivir vidas de responsabilidad, apertura al arrepentimiento y participación activa en el Reino de Dios.

«¿Qué hará el dueño de la viña?» La condenación la decidimos nosotros cuando no recibimos a aquel que nos trae la vida, al rechazarlo de nuestro interior ya estamos alejándonos de la verdad y el Padre nos echará de la tierra que se nos encargó cuidar y vagaremos en la soledad.

Cuando uno no sabe quién es, todos son enemigos. Cuando uno no sabe que tiene, todos son amenazas. Cuando uno no sabe en quien cree, inventa sus ídolos. Cuando uno no sabe a dónde va, deambula sin destino. Es importante definirse y definir para no equivocarse ni dañar.


Las cosas que consideramos importantes, a veces son irrelevantes para Dios y las que a veces despreciamos, resultan decisivas para Dios. Nuestra percepción, limitada y pobre, nos suele confundir. Por eso es tan necesario aceptar la perspectiva divina para conocer la verdad.

Si colocamos al Corazón de Jesús, en el centro de nuestras vidas, todo lo demás, encajará con precisión: tiempo, planes, proyectos, familia, amistades... ¡Todo reordenado en el Corazón Sacratísimo de Jesús!

¿En qué se nota que Jesús es la piedra angular de tu proyecto de vida?

Gracias Señor por llamarnos a trabajar en tu viña. Gracias por confiarnos una misión. Gracias por enseñarnos a cuidar lo que tú más amas, tus hijos. Perdona cuando se nos olvida que todo es tuyo y que nos lo has dado para que disfrutemos el cuidado, no para apropiarnos nada ni nadie. Los trabajadores se olvidaron de agradecer y se pusieron a exigir. Mataron por qué se olvidaron de compartir. Cuando el amor posee y no deja espacio para que el otro sea, ahí se acaba la fiesta.

Todo esto deseo
Que mi oído esté atento a tus susurros.
Que el ruido cotidiano no tape tu voz.
Que te encuentre, y te reconozca, y te siga.
Que en mi vida brille tu luz.
Que mis manos estén abiertas para dar y proteger.
Que mi corazón tiemble con cada hombre y mujer que padecen.
Que acierte para encontrar un lugar en tu mundo.
Que mi vida no sea estéril.
Que deje un recuerdo cálido en la gente que encuentre.
Que sepa hablar de paz, imaginar la paz, construir la paz.
Que ame, aunque a veces duela.
Que distinga en el horizonte las señales de tu obra.
Todo esto deseo, todo esto te pido, todo esto te ofrezco, Padre.


José M. R. Olaizola


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