Amor sin medida

 

"Uno de los soldados, con la lanza, 
le traspasó el costado, 
y al punto salió sangre y agua." 
(Jn 19,31-37).

Del corazón de Jesús brota, a raudales, la vida del bautismo y la salvación de la Eucaristía. Del corazón de Jesús sale todo lo bueno que alimenta nuestra vida. ¡Ay, si supieran todos los enamorados que todo depende de este corazón infinito en amor y misericordia de Jesús!

Celebramos el Sagrado Corazón de Jesús. Ese corazón que nos enseña una forma divina de latir. Un ritmo cardíaco con el que acompasar el nuestro. El corazón que vivió para entregarse, para darse y repartirse. Un corazón que no selecciona a quien se da, sino que valora toda la realidad y la ve sagrada. Un corazón que no calcula ni mide. Que no tiene miedo a mostrarse, tal y como es. Pura llama de amor. Espinado y traspasado pero siempre encendido.

El corazón del Señor ama sin medida a toda la humanidad, lleno de amor que lleva a la entrega. El corazón de Jesús que se siente solo en Getsemaní y sigue adelante aceptando la voluntad de Dios. Desde el corazón perdona, acompaña, llama, explica y propone.

En ese corazón está el tesoro, su tesoro somos nosotros. Desde el corazón sale aquello que es importante, su amor a toda la humanidad. Es el motor de la vida, la que ha entregado por todos. Abierto en la cruz para toda la humanidad.

Celebrar el corazón de Jesús es reconocer y agradecer su cariño y ternura, pero también recordar que su amor se compromete con nosotros en libertad, hasta el punto de ser atravesado por ello.


“Mirarán al que atravesaron”
Jesús, en su entrega total a la humanidad, lo dio todo. Su costado traspasado ha quedado abierto a todos/as. Su amor no tiene fronteras. Desde la cruz del amor nos invita a beber en su fuente de gracia y de ternura.

Me acerco a tu corazón, Jesús, 
y me asombro ante tanto derroche de amor sin medida. 
¡Gracias, Señor!

Hoy es un día para contemplar, para dirigir la mirada a quién lo dio todo por nosotros por Amor, con corazón. Sobre todo es un día para

dejarnos mirar, para que el silencio nos lleve a que su mirada llene el corazón de su compañía.

Que nuestro corazón lata al compás del de Jesús.

Corazón de Jesús

Tus brazos envuelven a toda criatura en gesto fraterno.
Tu rostro cansado proclama, callando, el perdón eterno.
Con manos vacías, clavado a este mundo llegas a la meta.
Siervo maltratado, corres el destino que anunció el profeta. Tu cuerpo quebrado muestra, en su pobreza, un nuevo camino. Del costado roto brota, a borbotones, el llanto divino.  Sangre y agua fluyen, lágrimas que gritan desde las heridas. Siervo despreciado, que para salvarnos te das sin medida. Hay crucificadas tantas esperanzas que no se marchitan pese a la sequía. Hay crucificados tantos inocentes a los que el pecado dejó a la deriva. Hay crucificado tanto amor negado que no halló respuesta cuando la pedía. Pero allá, en la cruz, retando a las sombras, late un corazón que abraza la vida. Es tu corazón, Jesús, casa donde guarecernos en nuestras tormentas. Es tu corazón, Jesús, mesa donde recobramos las gastadas fuerzas. Es tu corazón, Jesús, canto con el que bendices esta tierra seca. Es tu corazón, Jesús, fiesta que a todos convoca y a todos alegra.
(José María Rodríguez Olaizola, SJ)


 

 

 

 

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