A la manera de Dios
Oír hablar de perfección nos espanta. Porque somos conscientes de que no llegamos. Pero la perfección no nos la pide Jesús en los resultados, sino en la atención y cariño que ponemos en lo que vivimos. Decir que Dios es perfecto después del diluvio, de las Guerras Mundiales, de las enfermedades, es revelar que a Dios el ser humano le ha salido regular. Llamar a Judas que le traiciona, a Pedro que le niega, no es acertar del todo. Pero si ser perfectos, es intentar amar siempre, entonces si podemos.
La comunidad cristiana aprende cada día esta enseñanza novedosa y revolucionaria: abrir las puertas a todos, también a los enemigos.
“Amad a vuestros enemigos” El amor a los enemigos es el precepto más difícil de cumplir: deja más al desnudo nuestra debilidad. El amor a los enemigos es el culmen del mandato de Jesús. Por eso, quien llega a amar a los enemigos sabe realmente lo que significa ser cristiano. El Señor no teorizó sobre esta forma de amar. Simplemente lo hizo vida: toda su vida fue manifestación del amor a los enemigos.
La llamada al amor universal, la imitación de la perfección divina y la inclusividad radical proponen un paradigma nuevo de relaciones humanas que anticipa la llegada del Reino de Dios no como una destrucción de enemigos, sino como una transformación total del corazón humano.
« Rezad por los que os persiguen» Pensamos que es fácil rezar por los que nos atacan, pero amarlos eso es otra cosa. Nos olvidamos que el testimonio de los mártires que han rezado por su asesino, han sido capaces de amarlos al verlos como hijos de Dios.
La oración es cambiar de perspectiva. Pasas de ver el mundo con tus ojos a verlo con la mirada de Dios. Y ahí empieza a cambiar la vida. Amad a los enemigos no significa que los convirtamos en amigos. Rezad por los que nos persiguen tampoco es eliminar el odio recibido. Y sed perfectos no es no equivocarse. El amor sana el dolor por el daño. La oración es bálsamo para el rencor. Perfecto, solo Dios. Reza hoy por tus enemigos, por quienes no te caen bien; al final del día llevarás algo menos de peso en tu mochila y mucha paz en tu corazón.
haz nacer en mi corazón la plegaria por mis enemigos.
Amar tiene más que ver con buscar el bien de los demás que con aquello que sentimos. Pidamos que el Espíritu nos impulse a amar un poquito más al estilo del Padre.
Los amores difíciles
¿Y qué amor no es complejo?
Cada historia compagina luz y sombra.
Hay que saber lidiar con lo distante,
respetar las palabras huidizas,
aceptar los afectos taciturnos.
Hay que asumir distancia en la ternura.
No es amor un reflejo de uno mismo.
¿Cómo amar en respuesta al enemigo?
¿Cómo ofrecer un perdón que no te piden?
¿Cómo sembrar encuentro en lo lejano?
¿Dónde hallar los motivos que se esconden?
Es muy fácil amar lo que nos gusta,
lo que nos lleva al cielo cotidiano.
Nadie te enseña a acariciar espinas.
Y, sin embargo, tú, Dios misterioso,
eliges conciliar lo separado,
perdonar a quien siembra tempestades,
negarse a condenar al insolente.
Extraño amor difícil
nos propones.
(José María R. Olaizola, SJ)
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