Y le llamamos
Feliz Año Nuevo con María, que nos enseña aceptar la voluntad de Dios. A mirar a Dios. A amar a Dios. A mirar y amar a los hombres. Maestra de ternura, amor y fe. La Madre de Dios, nuestra Madre.
Es Madre de un Hijo que es Dios, Madre que no deja nada suelto para que el amor de Dios, hecho carne, vivo en sus brazos, crezca, coma, duerma... Ser Madre es mirar y cuidar, acompañar y dejar, vivir para y con Él.
Necesitamos activarnos, correr, buscar, salir, de todos nuestros acomodos y trincheras ideológicas para dejarnos sorprender. Le pido al Buen Dios que este año que estrenamos hoy nos haga renovar nuestras búsquedas. Que no pensemos que lo sabemos todo, y que todo lo tenemos controlado. Que cada día nos asombre lo sencillo y cotidiano.
María conserva todas las cosas meditándolas en su corazón. No comprende, pero acoge. La admiración de quienes habían oído a los pastores, lo convierte en silencio y escucha. El niño acostado en el pesebre es signo de paz. Santa Madre de Dios, intercede por la Paz.
Año Nuevo
Te encomiendo, Señor,
el nuevo año: para que sigamos adelante, para que me mire en ti. Que la acogida sea mi estilo
y la solidaridad, mi modo de estar. Para que el otro me importe más y me preste menos atención a mí mismo. Para que no te olvide, aun cuando no te recuerde. Y para que sepa esperar cuando no te sienta cerca. Para que esculpa en mis entrañas un 'gracias' por lo aprendido en este año y recuerde el dolor que nos unió. Por un nuevo año que, sea como sea, lo viva contigo y de cerca. (Óscar Cala, sj)
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