La novedad
La fe lo renueva todo con una nueva luz. El vino nuevo es fuente de alegría, pero necesita una acogida generosa y agradecida. No se puede comparar nostálgicamente con el vino del pasado. La vida es siempre nueva, es hoy. Cuántas veces nos refugiamos en glorias pasadas, y con cierto rechazo a los cambios. Nos repetimos que todo tiempo pasado fue mejor y no es cierto. Cada día tiene su propio afán, y lo tenemos que acoger como una oportunidad.
La respuesta a Dios no es hacer o vivir algo para conseguir su amor, es vivir y hacer algo para responder al inmenso amor que nos tiene. Esto es una novedad que no admite formas viejas de vivir la fe. No ayunemos de amar, que la norma no nos impida responder al amor de Dios amándole 'con todo el corazón, con toda el alma'. Dios nos ama. No hay que ayunar para que Él nos ame, Él nos ama siempre.
Vivimos tiempos donde queremos mantener un vino que posiblemente ya esté avinagrado y nadie quiera beberlo. Hoy nos invita a ser valientes y utilizar nuevos espacios para una nueva evangelización, pero siempre con el vino de la verdad.
Uno de los signos más evidentes y más propios del seguimiento de Jesús es la radical novedad. No cabe seguirle con clichés del pasado, ni mirando hacia atrás, ni con prejuicios trasnochados. La novedad de su Evangelio exige nuevo ardor, nuevos métodos, nueva mentalidad y entrega.
La novedad que trae Jesús no se puede atrapar en normas, estructuras ni mentalidades humanas. Jesús no propone acabar con el ayuno, sino darle un sentido novedoso. Más allá de la obligación y el cumplimiento, el ser humano está llamado a vivir en plena alegría.
“Vino nuevo y odre nuevo”… todo debería saber a nuevo en nuestra relación cotidiana con Dios Cada mañana deberíamos estrenar la relación con Dios No dejes que la rutina mate nunca esa novedad
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