Contigo nada temo
Es la pregunta del abatido, del que ve la muerte cerca y al Señor callado, inactivo. Sin embargo, mantiene aún una pequeña puerta abierta a la esperanza. El peligro es inminente pero cómo no confiar en el Señor: sólo Él es capaz de calmar la tempestad y poner paz en el corazón.
La pregunta de los discípulos muestra el gran desconocimiento de quién es Jesús, un miedo que aleja toda fe, y una esperanza quebrada en la dificultad. Jesús responde como Señor de lo creado, Dios de amor, amigo y compañero. El miedo nuevo será apertura al misterio.
«¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?». Estando con Jesús no podemos tener miedo, relacionarnos con Él está basado en la fe. La fe nos recuerda que camina a nuestro lado, fe en medio de las tormentas, la fe que mueve nuestros pies para seguirle.
Elijamos la fe que es relación con Él, respuesta valiente y esperanzada, camino por recorrer, don recibido que podemos compartir.
“Ante el hombre que grita: ‘¡ya no puedo más!’, el Señor sale a su encuentro, le ofrece la roca de su amor, a la que cada uno puede agarrarse, seguro de que no se caerá. ¡Cuántas veces sentimos que ya no podemos más! Pero Él está a nuestro lado, con la mano tendida y el corazón abierto”. (Papa Francisco)
Deja hoy gritar a tu fe: ¡estamos en buenas manos! ¿No lo notas?
En medio de las tempestades de la vida, de mi vida, solo tú, Señor.
que nos manda a trabajar, mantener y enriquecer la creación;
obediente, sirviéndole, en medio de la gente;
mundo; que por su Espíritu Santo congrega a los cristianos
para que sea una comunidad ejemplar entre los hombres;
en él nos muestra la persona nueva,
que no tolera la injusticia ni la hipocresía
libra del odio en medio de la lucha;
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