¿Confiamos?



"Hija, tu fe te ha salvado. 
Vete en paz y queda curada de tu enfermedad"
(Mc 5,21-43)

Todo el mundo quiere ver y tocar al Señor. Saben que Él puede salvar sus vidas en tantos sentidos. Nosotros, ¿acudimos también así y confiamos de este modo en Dios?

La historias de dos mujeres unidas por la enfermedad. Una, es una niña de doce años que se levantará al escuchar: “Talitha qumi”. Otra, una mujer que al tocar a Jesús, cesarán sus flujos de sangre después de doce años. Dos mujeres miradas, sanadas y dignificadas.

Era una mujer con flujos de sangre que "oyó hablar de Jesús" y no dudó ni un instante, sabía que Él lo podía cambiar todo. Nosotros también hemos oído hablar mucho de Jesús, lo conocemos bien, sabemos de lo que es capaz. Busquémosle, confiemos en Él. No dudemos, solo Él es quien puede cambiar de verdad nuestra vida.

El temor nos paraliza. Pero la confianza plena en el Señor permite ampliar el horizonte de nuestras expectativas: con Él, lo imposible se hace realidad y lo sorprendente se convierte en lo normal y cotidiano. Está claro: seguir a Jesús es, con mucho, la mejor de las aventuras.

Hay muchas formas de rezar: la oración del padre de Jairo era una oración insistente y pública. La de la mujer enferma era íntima y escondida. Pero en ambas pide Jesús una condición que no puede faltar: la fe, la confianza en el Dios que sabe lo que nos conviene y tiene poder para llevarlo a cabo.

Los milagros del Evangelio son signos que demuestran el permanente y silencioso cuidado de Dios sobre nosotros. Todos podemos repasar las veces en que Dios nos ha visitado con su fuerza, con su ánimo, con su Espíritu, y nos ha mantenido esperanzados, pese a las dificultades.

Ante estos dos testimonios de fe, quizá los más impresionantes del Nuevo Testamento, podríamos pedir a Dios que aumente nuestra fe.


¿CREES? Requisito fundamental para que el poder de Dios obre en cada uno de nosotros. ¡CREE Y VERÁS MARAVILLAS!

La fe nos salva, no porque tengamos el poder de cambiar la realidad, sino porque nos cambia la forma de mirarla. La fe ilumina todo con una nueva luz. Y lo que pensamos que es una desgracia, con el tiempo descubrimos que fue bendición. O la distancia de una persona a la que queremos, que nos duele y enfada, se convierte en el espacio necesario para que los dos crezcamos. La fe nos salva del juzgarlo todo.

"La niña no está muerta; está dormida". El otro es así y no va a cambiar... Donde vemos muerte (no-cambio), Jesús ve posibilidad (vida). Para ello tienes que saber mirar con la misma mirada de Dios. Busca al gran Oftalmólogo de la Vida.

Oración del enfermo para aceptar la enfermedad

Señor, me coloco delante de Ti en actitud de oración.
Sé que Tú me oyes, penetras y ves.
Sé que estoy en Ti y que tu fuerza está en mí.
Mira este cuerpo mío marcado por la enfermedad.
Tú sabes, Señor, cuánto me cuesta sufrir.
Sé que Tú no te alegras con el sufrimiento de tus hijos.
Dame, Señor, fuerza y coraje para vencer
los momentos de desesperación y de cansancio.
Conviérteme en paciente y comprensivo, simple y modesto.
En este momento, Te ofrezco todas mis preocupaciones,
angustias y sufrimientos, para que yo sea más digno de Ti.

 

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