Por su gran misericordia
“Jesús va delante, nos precede, abre el camino y nos
invita a seguirlo. Nos invita a ir lentamente superando nuestros preconceptos, nuestras
resistencias al cambio de los demás
e incluso de nosotros mismos. Nos desafía día a día con una pregunta: ¿Crees? ¿Crees
que es posible que un recaudador
se transforme en servidor? ¿Crees que es posible que un traidor se vuelva un
amigo? ¿Crees que es posible que el hijo de un carpintero sea el Hijo de Dios? Su
mirada transforma nuestras miradas, su corazón transforma nuestro corazón. Dios
es Padre que busca la salvación de todos sus hijos”. (Papa Francisco)
Jesús era criticado por tratar con los pecadores y hacer amistades entre ellos. Eso resultaba indigno a los ojos de escribas y fariseos. Pero él lo tenía claro: "No necesitan médico los sanos sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores"
Envidiable Leví. Un hombre valiente y decidido. Jesús se sienta a su mesa con sus amigos. Una mesa de encuentro, de vocación, de alegría por lo nuevo, de incomprensión ante la decisión de Leví y de la propuesta de Jesús, pero también de amistad, de fiesta.
“Dejémonos mirar por el Señor en la oración, en la Eucaristía, en la Confesión, en nuestros hermanos, especialmente en aquellos que se sienten dejados, más solos. Y aprendamos a mirar como Él nos mira.» (Papa Francisco)
Dios confía en nosotros, se fía de nosotros. Confiemos
también nosotros en Él. Es necesario que nosotros tengamos una actitud de
búsqueda y de escucha para seguir al Señor. Él nos sigue llamando a pesar de
nuestras dificultades.
Seguir a Jesús es el sentido más profundo y verdadero de
nuestra existencia. No tengamos temor a ser contraculturales, cuando realidad,
nuestra sociedad necesita la huella de cristianos convencidos y convincentes.
Jesús nos llama: no por nuestros méritos sino por su gran
misericordia; y esto no tiene precio porque es de infinito valor.
Danos confianza, no en nuestra propia fuerza,
Comentarios
Publicar un comentario