"Extiende la mano"

 

«¿Qué está permitido en sábado?»
(Mc 3, 1-6)

La vida nos pone cada día ante preguntas muy concretas. La vida de los otros nos interroga. Jesús nos invita a responder desde la misericordia.

El bien no puede esperar, la mirada demandante de ayuda no puede posponerse, nunca coge vacaciones. El rostro del otro nos interpela a diario. Jesús os lo enseña en el evangelio de hoy de forma clara y meridiana.

Una mano paraliza es una incapacidad. Una limitación para la actividad. Personas paralizadas por las normas. Infravaloradas u olvidadas. ¡Tantos sábados que marginan! Jesús reacciona al silencio cómplice con una mirada de ira y dolido por tanta dureza de corazón.

Jesús propone levantarse a una persona con la mano paralizada, para que lo vean, para que se compadezcan, para que intercedan por él, para que lo valoren, pero no se inmutan, se quedan callados, les da igual. Ellos van a la suya, imposible relacionarse.

A Jesús le enfada la indiferencia, la frialdad y la lejanía en relación con el prójimo. Enfadado

"Levántate y ponte ahí en medio". No es una orden, es un deseo, de parte de Dios. No le gusta vernos postrados, tumbados, o doblegados por el peso de la culpa o del dolor. Levantarnos y devolvernos la dignidad es la misión de Jesús. Tampoco nos quiere ver al margen, en la periferia, aislados. Nos quiere en el medio, en el centro, en lo más profundo de su corazón. No somos siervos, somos amigos, somos hijos.


"Extiende la mano"
Así dice Jesús a un hombre con la mano paralizada ¿Y si le hubiera respondido: Es muy difícil? ¿Y si le hubieran dicho a Cristo: Pónselo fácil? Aquel hombre no dudó Creyó que si Él se lo pedía, podía "La extendió, y su mano quedó restablecida"

"Extiende la mano". Sólo con las manos abiertas podrás acoger, podrás abrazar, podrás hacer... Si eres de puños cerrados, por cabezonería, por no compartir, por enfadarte demasiado rápido... extiende tu mano y déjate tocar por Él.


Te seguimos, Señor Jesús;
pero para que te sigamos, llámanos,
porque sin ti nadie avanza:
que solo tú eres el Camino, la Verdad y la Vida.
Recíbenos como un camino acogedor recibe;
aliéntanos como la verdad alienta;
vivifícanos, puesto que tú eres la vida.

Señor, ¡que nunca me canse de hacer el bien!
Hazme comprender que mi misión se resume 
en vivir de amor mediante la práctica auténtica 
y generosa de la caridad.
Que sea capaz de asumir que mi tarea no es otra 
que la de predicar y dar a conocer tu amor. 

 

Comentarios

  1. K Bonito siempre e intentado ayudar según mis posibilidades se quedad el Alma mejor Gracias Padre Juan Luis bonitos consejos

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