Abre los ojos
“Ven y verás”. Una invitación a la que se responde desde la confianza. Nuestras relaciones se tejen en la fe de unos con otros. Vamos y vemos porque otros nos llevan y nos dejamos llevar. Una llamada a cuidar la confianza porque es pilar de afecto y encuentro.
La cadena de testimonios tiene que conducir a un encuentro personal con Jesús. Facilitemos experiencias y encuentros, generemos momentos donde se pueda tener esa relación con Él que cambie la vida, que abra lo que somos a algo diferente.
Conocer, Ver y Seguir, ... Es la historia del discipulado. Sigamos las huellas de Jesús, y dejemos que su vida transforme nuestra vida.
«Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.» cuando crecemos en la confianza de que nunca estamos solos y él nos acompaña nuestra vida sólo puede ser una proclamación de su divinidad y nuestra filiación con el Padre, que nos lleva a dar su amor a los demás.
"Veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subir y bajar sobre el Hijo del hombre." En Navidad, en el "Dios-con-nosotros", vemos el cielo abierto. Nada hay que impida la comunicación entre el cielo y la tierra. Es el Hijo del hombre quien hace posible que los ángeles de Dios suban y bajen. Nunca estuvo tan cerca el cielo ni la salvación tan al alcance de la mano
Ver el cielo abierto es soñar que no tenemos techo. Es descubrir que nuestros límites no tienen la última palabra. Podemos confiar en la ayuda diaria que Dios nos regala para que nuestras vidas sean historia de salvación. Con la ilusión que los niños viven la noche de Reyes, nosotros podemos vivir cada día. Todos tenemos regalos con nuestros nombres. Sólo nos falta abrirlos.
Ven.
Así empieza todo.
Sal.
Acércate.
Sígueme.
Muévete.
No esperes.
No negocies.
No exijas.
Atiende.
Escucha dentro.
Fíate
del deseo
más hondo
que te habita.
Deja que la sed te guíe.
Ven.
Y verás.
El amor sin condiciones.
Una justicia inmortal.
La misericordia inesperada.
Una amistad invencible.
El mundo al revés.
La compasión fecunda.
El poder estéril.
La debilidad más fuerte.
La verdad desnuda.
Y el espejo de unos ojos
que cuentan tu historia
como nunca la imaginaste.
(José María R. Olaizola, sj)
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