¡VIVE!

 


“Yo he venido al mundo para que tengan vida 
y vida abundante”. 
(Jn 6,44-52)

«Todo el que escucha al Padre y aprende, viene a mí» Tres cosas para hacer: escuchar, abrir los oídos a la novedad. Cuando escuchamos, aprendemos a abrir el corazón a la sabiduría de las enseñanzas que nos llevan a dar testimonio de una vida que es el camino que hacemos con Él.

El gran regalo de la permanencia de Jesús entre nosotros es la Eucaristía. El 'pan que viene del cielo' nos transforma y nos hace ser nuevos, llenos de una vida nueva. Pan bajado del cielo. Es una desgracia que por ignorancia o por el pobre testimonio de los cristianos, muchos desprecien lo más sagrado y decisivo de sus vidas. También los prejuicios nos impiden acercarnos al Señor que da Vida.


"Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre"
Es necesario comer para vivir. Alimenta tu alma del único alimento que te da la vida. Hoy Jesús te dice: ¡VIVE! ¡Y vive en plenitud! ¡Yo estoy contigo! ¡Disfruta de este nuevo día!

En cada misa, el Pan baja del cielo a la tierra y el hombre sube de la tierra al cielo El pan «fruto de la tierra y del trabajo del hombre», tras la consagración, es Cristo.

Este 'pan' del que hablamos es un 'pan' que verdaderamente transforma, que nos nutre de algo completamente diferente a todo lo demás, Él nos da la vida en plenitud, nos alimenta para ser lo que estamos llamados a ser. 

Madre Buena, Señora de la Eucaristía, alienta y conforta nuestra fe para que creamos en el fruto bendito de tu vientre, Jesús, y tengamos vida eterna.

Gracias, Señor Jesús, por ser quien eres:
Pan dado, vida ofrecida.
Desde entonces estás ahí para escuchar y consolar,
para llevar a todos el mensaje de la alegría.
Ofreciste toda tu vida entera
en este Pan con sabor a esperanza,
con aroma de ternura.
 
Jesucristo, vida en abundancia, 
tú soportaste hasta el final la debilidad de nuestra carne. 
Tú, rostro humano de Dios, plenitud de Dios en fragilidad de carne 
te anonadaste hasta convertirte en pan para nosotros. 
Que vivamos de tu Espíritu los que comulgamos en tu carne: 
que la muerte no venga a agotar la vida que nos das 
y que será plena juntos por los siglos de los siglos.
 

 

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