El viento del Espíritu
Nacer de nuevo es el reto de cada Pascua
Continuamos con el diálogo entre Jesús, que nos enseña la libertad del Espíritu, comparándolo con el viento y
Nicodemo que se pregunta cómo puede uno nacer de nuevo. Y Jesús le habla de un nuevo nacimiento que es obra del Espíritu.
"El viento sopla donde quiere". El Espíritu es quien renueva la vida como el viento renueva el ambiente. Viento y Espíritu que a veces no se sienten pero que están actuando.
Nacer de nuevo. Sopla donde quiere. No saber de dónde viene ni adónde va. Acostumbrados a tenerlo atado, deja que el Espíritu sople libre en tu vida. Deja que Dios sea Dios...
Dejar que sea el Espíritu el que tome la iniciativa y abandonarnos a sus designios. Sabernos ignorantes en sus caminos, y caminantes hacia el misterio de la Cruz para descubrir la vida eterna.
«De lo que hemos visto damos testimonio» Si nacemos del Espíritu nuestro testimonio no es fruto del estudio sino de la vida. De haber sido capaces de dejarnos llenar por la Verdad y que ella se manifieste en todo lugar, a nosotros nos toca sentir que está cercana y compartirla.
Mirarle y hacer de Él el centro de la vida nos cambia para siempre. Seguirle, ser de los suyos, vivir como Él nos enseña y pide, nos hace hombres y mujeres nuevos. Él nos ha amado tanto que nuestra vida se convierte en un agradecimiento a tanto amor. No tengo que hacer nada para que me quiera, solo tengo que mirarle, aceptar su mirada de amor, sentirme salvado por Él y vivir con, por y en Él.
También comunica a Nicodemo que “Él es el Hijo del Hombre, el que ha bajado del cielo” el enviado del Padre para “darnos vida eterna”. Jesús de Nazaret, el enviado de Dios, supera la distancia insalvable entre lo humano y lo divino. Realmente nadie ha podido escalar al cielo sino el que bajó del cielo. Ése sí que puede presentarse como punto de encuentro entre Dios y hombre. Todo lo demás carece de credibilidad.
"Así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna." Creer es la puerta que se abre para la vida eterna, tanto con Dios como con los hermanos. Creer es poner lo que somos y tenemos en las manos del otro. El que lo da todo entra en una vida que asombra y alegra. No vive en el miedo, en la parálisis, en el control, sino en la confianza de que todo lo que ocurre es para nuestro bien. Nada nos puede separar del amor de Dios cuando creemos en él.
Señor, me pides "nacer de nuevo".
Jesús, ayúdame a redescubrir la vocación
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