De nuevo
En el evangelio, leemos durante unos días la conversación entre Jesús y Nicodemo. Nicodemo es miembro del sanedrín y forma parte de la élite del judaísmo oficial. Pero en Jesús hay algo que le cuestiona y quiere conocerlo. Su actitud de búsqueda, le lleva ir a visitar y conocer mejor al maestro.
Nicodemo tenía hambre de razones para vivir y acude de noche a consultar a Jesús. Y la respuesta de Jesús apunta muy alto: "lo que ha nacido de la carne es carne, hay que nacer del agua y del espíritu".
Nicodemo tenía una sed interior que no apagaba nada de lo que había vivido antes. De noche y a escondidas decide encontrarse con el Agua de donde iba a brotar su nacer de nuevo.
El hombre lleva en sí mismo una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo impulsan hacia el Absoluto. El hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios. Benedicto XVI
Jesús le propone a Nicodemo ir más allá de lo físico, lo lógico, lo posible. Dejarse llevar por la fuerza del Espíritu a una vida nueva, limpia, transparente. Trascender todo cálculo, abrir nuestras mentalidades, y sabernos transformados según Dios quiere y sueña.
Jesús revela a Nicodemo que hay un segundo nacimiento que termina siendo decisivo porque de él dependerá ver o no el reino de Dios. Conviene, pues, estar atentos a las gracias recibidas en el Bautismo para hacerlas fructificar y posibilite que podamos ver el reino de Dios.
'Nacer de nuevo' es dejar que Él nos cambie. Es un nacimiento de verdad que Él posibilita, que el Espíritu Santo mueve, que Dios moldea.
La vida que comenzamos en Cristo, es una manera nueva de vivir, de ser y estar en el mundo. Será la Palabra nuestro alimento, su fuerza nuestro apoyo, su compañía nuestro abrazo, su presencia el calor que necesitamos para crecer.
«El que no nazca de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios» Para vivir hay que recibir el espíritu que nos lleva a ser herederos del reino. La vida la hemos construido en la verdad y en cumplir la voluntad de Dios, el verdadero nacimiento está en nuestro corazón.
Hay que nacer de nuevo
Nací una vez,
a la luz, a la vida,
al ruido, a los olores,
al calor y al frío,
a los abrazos,
al hambre,
a los sabores,
a la saciedad,
al gusto,
a la música,
a la ternura,
a los encuentros.
Después,
pequeñas muertes
fueron matando sueños,
anhelos, inocencia
y pasión.
Si tú tiras de mí,
naceré de nuevo,
al reino y al evangelio,
al amor y la esperanza,
a la voz de los profetas,
a una misión.
Cada vez que muera,
volveré a nacer.
La verdad
se irá curtiendo
en mil duelos.
El espíritu
irá renovando
mi yo gastado.
El agua viva
lavará
cada herida vieja.
Hasta esa muerte final,
que será antesala
de un último nacimiento,
a la Luz, a la Vida,
y al Amor.
Y esta vez ya para siempre.
José María R. Olaizola sj
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