Gratitud


“Uno de vosotros me va a entregar. 
No cantará el gallo 
antes de que me hayas negado tres veces”. (Jn13,21-33.36-38)

Una cena que no fue alegre y festiva. Una mesa que sabía a traición, negaciones y abandono.

La batalla entre el bien y el mal se libra en el corazón de cada discípulo. Eso le ocurrió a Judas. Si no hay verdad, si no hay escucha de la Palabra y amor sincero a los pobres, lo que era amor por Jesús se acaba transformando en amor por nosotros mismos.

Traicionado. Quizá es el momento de pararnos un momento y descubrir si en nuestra vida de seguidores también somos, en ocasiones, pequeños traidores que nos vendemos por unas monedas, las de lo fácil, de lo atractivo, de la comodidad, de los mínimos.

Los amigos se vuelven indiferentes y egoístas. Se pierden cuando aparece la dificultad y el conflicto. Amigos de buenos momentos, desconocidos en los dolorosos

«¿Conque darás tu vida por mí? En verdad, en verdad te digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces». Tener buenas intenciones está a nuestro alcance, realizarlo no. Cuántas veces traicionamos lo que pensamos y creemos por lo que sentimos. Somos muchas veces un amasijo de contradicción. Las negaciones nos llevan a renunciar de los valores sobre los que construimos nuestra vida, de la verdad que por miedo al qué dirán no proclamamos y lo peor, no ser capaces de estar al lado de quién nos necesita. Pero lo que nos salva no es que seamos irreprochables, sino la misericordia de Dios nos restaura una y mil veces. Jesús conocía la fragilidad de Pedro, y sus negaciones no debilitaron el amor que sentía por él.

¿Imaginas la soledad que experimentó Jesús durante la Última Cena? Sólo con un Corazón así se puede dar un bocado del propio pan y lavar los pies al que sabes te va a traicionar


Jesús sabía que nosotros lo íbamos a crucificar mil veces, y no dudó, en ofrecer su vida por nuestra salvación. ¿Qué haremos en gratitud?

No te canses de amar, que él no se cansó. No te rindas, que él no se rindió.

 
 
 
 
 
Te alabamos, Padre,
en esta hora del amor traicionado.
Concédenos, con la fuerza del Espíritu,
que sigamos a Jesús en todo circunstancia.
Juntos andemos, Señor.
 
Dame tu gracia, Señor,
para que nunca me avergüence de ti,
que, ante los otros, mi mayor honra sea ser uno de los tuyos.
Perdona mis ambigüedades y, si alguna vez te traicionó,
no permitas que me aleje se ti,
regálame la humildad necesaria para acoger tu perdón
y tu amor incondicional.
Jesús, Tú me conoces bien.
Sabes quién soy, sabes que sin Ti soy pobre y débil,
pero contigo lo puedo todo.
Te pido que nunca te alejes de mí
y no permitas que yo me aparte de Ti.
Te necesito, Dios mío,
porque sin tu amor mi vida carece de todo sentido.
 

Comentarios

  1. K Bonito Padre yo creo mucho trato de Ayudar todo lo k puedo y me gusta mucho todo lo de Jesús de Nazaret es mi guía y mi Virgen Del Carmen me alluda seguir Adelante

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

"Señor, enséñame a orar"

Gracias, Señor.

Colaborar con el Señor