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Sois

 


"Vosotros sois la sal de la tierra... 
Vosotros sois la luz del mundo" 
(Mt 5,13-16)

 El evangelio de hoy transcurre inmediatamente después de las bienaventuranzas, y Jesús contemplando a sus discípulos les dice: “Vosotros sois la sal de la tierra” “Vosotros sois la luz del mundo”. No recibimos este tesoro para guardarlo o para emplearlo sólo en beneficio propio, sino para ponerlo al servicio de la sociedad. Hoy tenemos un ejemplo claro en la figura de san Isidoro que bebe de la sabiduría de Dios manifestada en Cristo y tras su reflexión y contemplación la pone al ser y de toda la Iglesia como obispo.

"Vosotros sois la sal de la tierra" Dios nos encarga ser la sal, para que el mundo le sepa bien Pero el 'sabor' y el 'saber' van de la mano Así que será con el conocimiento de Cristo y el saborear su dulzura, como aportaremos el sabor y saber a este mundo nuestro

«Vosotros sois la luz del mundo» La luz ni se oculta ni se guarda. Nos ilumina el camino por el que avanzamos para no tropezar. La luz es la vida que debemos aprovechar para que nuestro testimonio haga al otro descubrir que también tiene una luz que le ilumina en su soledad.

Jesús identifica a sus discípulos como luz. Sabemos que no tenemos luz propia sino que reflejamos la luz que recibimos de Dios. Pero quiere que brille en nosotros esa luz reflejada en nuestro testimonio de vida. Siempre será el testimonio de la luz el que nos hable de Dios.

 "Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte." Cada persona ilumina a las demás con una luz propia. Pero el origen común de esa luz es el corazón de Dios. Nos toca acoger diariamente su luz y no ocultarla. No llenar de muros las ventanas de nuestra alma. Cuando la luz de cada uno se comparte, ocurre el milagro. No solo aumenta la luminosidad, sino que multiplica su luz y su calor. Que cada día agradezcamos la luz que nos ayuda a seguir el camino.

"Sois la luz". En un mundo de oscuridad, que ha perdido la esperanza, el sentido de sus vidas, la ilusión... Sé su luz y... ¡brilla! El mundo necesita de ti, el mundo, más que nunca, necesita de Dios...

La sal de la tierra. La luz del mundo. Sal que da sabor, sentido, horizonte y esperanza. No sala buscando protagonismo. Sin quedar sosa porque no produciría frutos. Luz que ilumina y no deslumbra. Regala claridad sin buscar reconocimientos. No opaca a quien alumbra.

Solo conocer ( = saborear) a Jesucristo nos convierte en luz y sal.

Señor, hazme sal y luz.
Jesús, quieres que los cristianos seamos como la sal 
que va poniendo sabor en la vida de los que nos rodean 
con gestos de ternura, de comprensión, de humor. 
Te gusta que nos diluyamos en la sociedad siendo tus testigos, 
mejorando el mundo, y realizando bien nuestra tarea 
desde el servicio y el compromiso con todos.
También nos pides que seamos como la luz 
que ilumina todo lo que estaba en la oscuridad 
con nuestras palabras, con las buenas obras. 
Que irradiemos gozo y paz, esperanza y optimismo 
en medio del tedio de la vida.
Jesús, hoy te decimos: 
Tú que eres nuestra Luz, aviva en mí la luz de la fe. 
Quédate conmigo, Señor, 
y comenzaré a iluminar, como tú iluminas; 
comenzaré a dar luz de tal forma 
que puede ser levadura, cercanía, presencia 
y amor de Dios entre todos.

 

 

 

Comentarios

  1. K Bonito PadreJuan Luis me gusta lo k pones me Alludacon mi Fe

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